...es el principio y el fin.

jueves, abril 28, 2005

De paseo por el mundo

A menudo mi blog me parece demasiado rígido y poco espontáneo, es un problema que tengo habitualemente con el mundo, con la realidad, que de tanto posar se me olvida decir las cosas con naturalidad. Así que voy a escribir del tirón y sin pensar las cosas, sólo porque me apetece contaroslas.

Marina, pequeña, gracias por el café de ayer y los ratos, perdona si me pongo pesado con el esgrima, en realidad no te quiero retar (ganarías tu, que yo estaría pensando en mis cosas y acabaría empalado y el suelo os quedaría feo teñido de sangre de burro). Al final te robé la pintura sin hacerte daño (ocultos secretos de los ninja) y la mía mola más que la tuya, y además es más grande. Un besito amarillo huevo. Gracias por el croquis.

Mu, que no te hagas mala sangre, que las vacas no estais bien, que estais locas. Vamos a relajarnos y a pasarlo bien, que para eso somos FRIKIS. Ya hemos mugido muchas veces que ser friki es el estado más parecido a la felicidad. ¿Me llevo el munchkin? Juguemos a KYA hasta desfallecer, que no pasa nada por entrenar de empalmada (no sería la primera vez). Esta tarde merendamos Tarta de Mago, te espero. Y como dices tu, luego BUDO. ¡CON PELOTAS!

Ayer alguien me preguntó que pasaría si me dijesen que en 7 días tiran una bomba atómica, que qué haría. Lo primero que pensé fue en llamarte, aunque seguramente te hubiese despertado, pero querría decirte todo lo que me falta. No lo voy a poner aquí claro, y ya sabes la mayor parte. Luego pensé en que estaría bien quedar con los frikis, cocinar el hornazo más grande del mundo y hacer confesar a Rafa que sí que adora a satán, pero en su versión cocinera. Luego jugaríamos al rol pasándonoslo pipa. Luego, no se por qué pensé en llamar a mi ex-amigo Jesus, para decirle que en realidad fuimos tontos los dos, y que pese a todo, gracias por enseñarme a hacer canciones. Este blog y mucho de lo que pone no existirían si no hubiese empezado con él a querer cantarle cosas al mundo. Buena suerte, Jesus. Después, quedar con todos los de antes, Gabi, Pocho, Alonso, beber algo y fumar porros como las noches de salou. Juan no debería faltar, tengo canciones de la Orquesta Mondragón para toda la noche. Querría quedar contigo, aunque no se si tendrías tiempo, al menos para un beso (hay muchos tipos). Y supongo que llamaría a mi hermano pequeño, para desearle que la Fuerza le acompañe.

Ah, y que me ha encantado la sorpre.

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miércoles, abril 20, 2005

Gracias, doctor

Surgen, cuando menos te lo esperas, sin previo aviso, sin carta de recomendación, sin prestidigitación ni alevosía, de golpe y arreglando el mundo. Se llaman palabras. Ahora mismo estás leyendo algunas, aunque no son esas a las que me estoy refiriendo.

Son, en fin, palabras de ánimo.

Las mejores son las que, claro, aparecen por sorpresa. Sorpresas sin trucos, ni magias, ni dobles fondos. Aparecen, te aclaran el universo, pasan y se esfuman. O a lo mejor no te aclaran nada, pero te empujan a seguir adelante y te disuelven las losas que llevas en la mochila del alma, del cuerpo, del corazón. Son un regalo que te revela, rebela y regala alguien. Y fíjate, a veces te curan, sin precio y sin receta heridas que pensabas que no se cierran. Algunas heridas no se pueden curar nunca, y de hecho, muchas dejan siempre de testigo una cicatriz, para el día que tengas que hacer recuento del dolor, de la sangre, de la memoria. Pero te hablan, cuentan, escriben cosas, y se te pasa, un rato, un momento, una vida. Un encuentro.

Gracias, doctor.

sábado, abril 16, 2005

Bajo los puentes

Se trata de vivir por accidente,
se trata de exiliarse en las batuecas,
se trata de nacerse de repente,
se trata de vendarse las muñecas.

Se trata de llorar en los desfiles,
se trata de agitar el esqueleto,
se trata de mearse en los fusiles,
se trata de ciscarse en lo concreto.

Se trata de indultar al asesino,
se trata de insultar a los parientes,
se trata de llamarle pan al vino.



Se trata de dormir bajo los puentes,
se trata de colarse en el casino,
se trata de engañar a los creyentes.


J. Sabina
"Ciento volando (de catorce)"
Ed. Visor de poesía.

viernes, abril 15, 2005

Se trata de morir, por accidente

Hay un soneto que empieza así, buscadlo si quereis, es de ese que canta, de quién si no. Pero pasa que sucede que un día te mueres de pronto sin saber por qué, te quedas zombi, tonto del vudú, en medio de la marea de gente que, al rato, te das cuenta de que tampoco está del todo viva. El rolex, a su bola, se acelera cumpliendo su propio horario, sin escuchar a nadie, y nunca coincidiendo conmigo sobra horas, días, noches. Noches sobre todo. Porque en realidad pasa que sucede que una noche te mueres de pronto sin saber por qué.

No te das cuenta, no te duele, no salpica sangre, y claro, no te has desmayado. Pero a paso de mort-vivant te apezuñas en las puertas de casa al llegar, pensado que, otra vez, ha vuelto a pasar. De todas formas al mundo le pasa como a los casinos, sólo necesitas otra moneda para volver a intentar ser el hombre con más suerte del mundo. Mañana, otra moneda, otro día para dejar de estar muerto y vivir, sin empujar y sin pedir permiso, porque me han regalado un astrolabio con su astroboca nueva, y porque me da la gana, y porque lo dice en el tercer verso ese que canta, que se trata de nacerse de repente.

Porque en realidad pasa que sucede que hay días tras las noches muertas que al final, nos amanecen.

martes, abril 12, 2005

Cadáver Exquisito

Desde Las Horas Lentas, un Cafetín, padres bastardos, argentinos bohemios en 1920, los putativos un Mago Sin Nombre y un Duende de Gorro Rojo, y dice:

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A veces pasa,
a lomos de los labios de tu boca
un espejo, nada más,
musa de los sueños con insomnio.
Palabras que no salen, que no saben...
gris futuro del púrpura de labios:
hoy el día un poco azul ¿qué tal el tuyo?
Déjame importunarte por sorpresa.
¿Me invento el nombre o me lo prestas?
Archívame los restos del naufragio,
Max Sin Nombre contra el Hombre Invisible,
ánimas en pena sin islas sin ciudades
y la música de fondo que te apoda
único vicio de la carne de mis manos.
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lunes, abril 11, 2005

Cartas perdidas

Me pregunto con frecuencia que habrá sido de la carta perdida. La escribí a mano, hacía años que no pasaba eso, la preparé para ser preciosa en un estúpido intento de que fuera tan bonita como tú, sello, buzón, la rutina habitual, casi olvidada. Pero nunca llegó. Creo que hay pocas cosas más tristes que una carta de amor extraviada. No se que álito malvado ha movido a los funcionarios de correos a impedir que una carta de estas llegue donde debía haber llegado. No me me imagino a mí mismo viendo una carta como aquella (no la describiré, no quiero que lo sepas) y siendo tan despiadado como para cortarle las alas a la paloma mensajera que la esté llevando. Mutilando con mis propias manos las palabras que alguien necesita que salgan de su boca hasta otra boca, un trocito del alma derramándose en un folio, que, desgraciadamente te hubiese encantado, en tus cinco sentidos. Yo ya sé de lo que hablo.

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Era a mano, era única, no va a volver a existir jamás. Nunca. Y soy la única persona del mundo que sabe qué pasaba mientras la escribía. Palabras al aire hacia tu boca que se han perdido para siempre. Sólo espero que dentro de mucho, donde quiera que esté la carta, alguien, no sé quién, imagino que otro maligno funcionario se atreva a abrirla, y lea lo que han matado, las alas mutiladas de una paloma mensajera obligada a callarse, imagino que para siempre.

Atentamente tuyo,

Marcos.

Miedo a la oscuridad



En su isla, como en todas, a veces se hace de noche, y por supuesto, el Náufrago, que vive sin tiempo, sin calma y sin horarios nunca sabe cuándo va a ser el rato en que el Sol se marcha a descansar y su novia, a la que no ve nunca y llaman Luna va a salir por una esquina del Mundo, y con ella el manto de estrellas, de noche, de oscuridad y de tristeza. Y de frío.

No hay ciudades en su isla, está solo y en su naufragio tiene el casi maligno pensamiento de desear que alguien más naufrague sólo para hacerle compañía. En realidad no está seguro de que quiera que lo rescaten, de que pase un barco y vea la línea de hogueras en la playa (aunque hace mucho que no las enciende) o un avión vea las filas de piedras en la arena de la playa pidiendo ayuda, aunque el tiempo, la arena, la sal y la marea han ido desplazando el mensaje de piedra, y el Náufrago tampoco parece darle demasiada importancia. Porque tal vez lo divertido sería que llegase otra persona. Como en los chistes de Forges, piensa el Náufrago. Como en los chistes de Forges. Aunque en los chistes siempre tienen sol y nunca les asalta la luna por sorpresa, a traición a veces, con el manto, la tristeza, el frío.

Y, como ya habrán supuesto, sí, en efecto. El Náufrago tiene miedo a la oscuridad. Él no lo entiende, porque sabe que las cosas, cuando la luz se cansa y se marcha con sueño, son las mismas que a la luz sin luces de la Luna, aunque pierdan el color y todo parezca más lejos, mucho más lejos, siempre más lejos. Él sabe que no hay monstruos ni criaturas agazapadas en el borde de los ojos, pero por alguna razón, esa no es excusa para seguir teniendo miedo.

El Náufrago, en fin, enciende la línea de hogueras, que rasgarán un poco el miedo a que esté frío y oscuro de un solo golpe hasta que las rayas del alba acaben por rasgarlo del todo. Y al amparo de la luz que se ha inventado, recoloca las piedras por si acaso alguien lo ve y decide no ignorarlo.

Porque, después de todo, tal vez un barco pase mañana.

lunes, abril 04, 2005

Marcos a través del espejo

Algunas veces me entran ganas de romper los espejos, de darles un golpe y dejar que se rompan en fragmentos, olvidarme de los reflejos (los reflejos son mentiras, son una imagen falsa de cómo es la realidad, a menudo ni siquiera sé cuál es la realidad y en algunos momentos simplemente hay varias) y atreverme a enfrentarme a los siete años de mala suerte, concepto pelín suicida que a veces aparenta ser un trato racional, pese a todo. Pese al frío y las ganas de apagarlo, pese al mundo en contra de los huecos, las almohadas compartidas, las noches sin horas, sin plan y sin horario.

Supongo que sería un título divertido, "Marcos a través del espejo", en vez de romperlo hacer un viaje de la mano de Alicia (nunca me has caído bien, chata) y mirar desde el reflejo el mundo que más veces, más tiempo pasa por ser el real, que aparenta ser más sólido y tiene un poco menos de humo, de polvo, de arena. De espejos. De segundos, aunque todos los mundos tienen demasiados. Mirar desde el otro lado, puro voyeurismo masoca, y pedirle a mi reflejado doble, que estaría en la imagen opuesta(haciendo trampas, me imagino), que de un martillazo rompa el espejo, engañarle para que se beba él de golpe los siete años de mala suerte y se quede con un mundo que, supongo, es más suyo que mío, más reflejo que el reflejo.

A ratos, se me escurre en la cabeza imaginarme que me olvido del presente y sus rebotes, al menos de los más cercanos, porque, en realidad, no van a ser más que otro teatro de espejismos, un doppleganger travieso de etiquetas y sin nombre que juega a multiplicarse sin hacerle caso a nadie, pero es lo normal de duplicar las cosas, que se pierde el control de los clones, y nunca se les puede dar la espalda.

Y realmente es una pena, porque yo sólo quería jugar a los pasajeros del autobús al País de las Maravillas, en vez de perderme yo solo en esta mezcla de metro y de Casa de los Espejos en que, sólo la idea de buscar algo sin perderme y darme golpes contra los cristales transparentes ya me parece idiota, ajena e imposible.

Atentamente, sin sombra y sin reflejo,

Marcos (a través del espejo).