...es el principio y el fin.

viernes, marzo 24, 2006

Aquella

Se duerme, busca, duda, se incorpora, se cae pero luego se levanta, se ríe, se llora, se desmaya, jugando a jugar de damisela. Encuentra, lucha, enseña, halla, no sabe, prueba, se asusta, se equivoca. Se cambia, se desviste, me perturba, sonríe con los ojos bien abiertos, viene a casa y se acaba disipando. Camina, se yergue, me ilumina, deslumbra, me rompe, me seduce.

Se escapa, se funde, electrocuta, infarta; sueña, rebusca, come sushi. Se va, se exilia, zarandea. Navega, naufraga, se fuga a Barcelona, me obliga al avión, nos ejecuta.

Abraza, cae, descansa, se acurruca; alza el palo mayor de chocolate, se viste de demonia y de pirata, me roba los espejos, me amanece, pinta de pintura mis paredes. Revolotea sin ropa y con alillas en la oreja del verso que suscribe.

Aquella.

Me pido "segun"

Mi segunda camisa se llamaba kimono,
mi segundo poema se llamaba con quién,
mi segunda mentira se llamaba que mono,
mi segundo pijama se llamaba tu piel.

Mi segundo sombrero se llamaba chistera,
mi segunda batalla se llamaba wargame,
mi segundo teatro se llamaba Pradera,
mi segundo bolero se llamaba "Atame".

Mi segunta guitarra la tocaba un gaitero,
mi segunda princesa se llamaba por fin,
mi segundo destierro se llamaba aquí al lado,
mi segundo maestro se llamaba Joaquín.

Mi segunda teoría se llamaba tampoco,
Mi segunda baraja se llamaba Borrás,
mi segundo cerebro se llamaba qué loco
mi segundo reflejo se llamaba disfraz.


Todos nacemos en cualquier lugar,
me pido "segun" para naufragar
de la ansiedad,
de los que empiezan a soñar
mil noches sobre Bagdad,
que la mentira es verdad
tramposa en juegos de azar.


Mi segunda maqueta se llamaba mi vida,
mi segundo combate se llamaba allá voy,
mi segundo secreto se llamaba "prohibida",
Mi segundo de a bordo se llamaba Air Game Boy.

Mi segunda victoria se llamaba escenario,
mi segundo más largo se llamaba papá,
mi segunda vacuna me robó el calendario
mi segundo hechicero se llamaba Sabián.

Todos nacemos en cualquier lugar,
me pido "segun" para naufragar
de la memez
de los que quieren navegar
contracorriente a la vez,
que no me seas soez
a punto de despegar.


Me pido "segun".

miércoles, marzo 22, 2006

Olé, torero

Y parece que por fin, los ríos comienzan a encauzarse. No está mal, tras dos meses de mareos y derivas, empezar a enderezar timones. El traje negro siempre ayuda. En realidad, ambos trajes negros. El de matar, ese que lleva palos y espadas, y el de adivinar las cosas. Al lado está colgado el traje ese azul cobalto, que se usa para que los niños se rían, y vean magias, algunas tardes, o mañanas. A veces en un cole, otras en un centro cívico de esos, otras en un módulo de un centro penitenciario, con sus mamás. Max, el amigo Max, vuelve al ruedo en el sitio habitual y ya familiar el día 2 a las 21:30, con un número nuevo y varias ideas prestadas (plagiadas, dice el pepito grillo) de Annemann, Bob Cassidy y el recién descubierto Richard Osterlind, que es un mentalista que se parece a Zapatero.


Se me empiezan a pasar las ganas de que lleguen los días de mañana y empiezo a pensar en el hoy y, u en el ahora. Resolveré y resuelvo las cosas pendientes y el estómago lo tengo cada vez un poco más tranquilo. Este sábado me reiré, como cada año en la habitual cena anual de mi club de rol, humor friki para todos. Peligrosa reunión de gente peligrosa. La Dama Inquieta está muy dama ultimamente, y, menos mal, algo menos inquieta.

Menos triste por dentro, menos por fuera, supongo que se trata de alguna pasajera alegría reversible. ¿O no?

Lo vamos a pasar pirata. Es una predicción (palabra de mentalisto).

¡Besos!


PD: El señor de la foto es Theodore Annemann. Ya tienen ustedes algo que investigar.

lunes, marzo 13, 2006

La Dama Inquieta

La Dama Inquieta.

La Dama Inquieta se ciñe un sombrero pirata con calavera de colores, y katiuskas a juego, para cuando llueve a bordo y en altamar. En la cintura un sable, pero más cortito y con el filo recto, y un loro en forma de oso y que se llama Panceta sobre el hombro, que le cuenta cosas en secreto cuando no miran los demás. Guarda debajo de la almohada un cofre del tesoro con cartas que huelen a arena, a Sportman, a café, y una cajita intermitente donde coloca los bultos que el susto, traicionero en su patente de corso, le coloca en la espalda a ratos, o días.

La Dama Inquiera se asusta, salta, baila, abraza, es un poco mágica a veces: sube a la parte de arriba de la baraja con un pase sin truco, cambia de color y se pone roja (de celos, de risa, de ganas de matar), desaparece y aparece en otro lugar que nadie se esperaba, tramposa de ella. La Dama Inquieta se escurre por las sábanas y se menea, porque a bordo el mar, que hace de suelo, los barcos se balancean por las noches, y por eso dormir es divertido.

La Dama Inquieta es dueña del mar, y capitana de un barco de cáscara de nuez, al que siempre le sobra el viento, cuento tras cuento, y reposta en cada puerto por si acaso. La Dama Inquieta le puso nombre a las estrellas porque quiso y porque pudo, y saltó al abordaje del resto del planeta.

La Dama Inquieta.

martes, marzo 07, 2006

El asunto autoescritura

Un muchacho preguntaba en un foro para magos que qué demonios es la escritura automática. Los mentalistas que vamos de entendidos ráaapidamente procedimos a ilustrar pedantemente (que a veces nos creemos para psicólogos) al muchachuelo sobre la posesión corporal por parte de un espíritu y sus cualidades, modos, maneras, y como los grandes mediums del siglo XIX engañaban y asombraban a la aristocracia Victoriana con trampas que los magos (a chorizos no los gana nadie) no tardaron en esconderse en una manga.

A nadie se le ocurrió hablarle al chaval de los blogs. Y los ratos, frecuentes e infrecuentes en que ni siquiera sabes qué escribir, o sobre qué hablar, y se te olvida, claro, que eso a veces ni siquiera es importante. Que basta sentarse, y empezar a darle a las palabras, que ya ellas se colocan, y empezar a darle a las ideas, que ya ella se acomodan y se suturan las unas a las otras, formando un alegre monstruíto de Frankenstein que nadie entiende, salvo él, pero que ahí queda, como las manchas de grasa tras limpiarse con un pañuelo. Al menos, algo en la cabeza se queda más limpio.

Comentaba uno en el blog del primo que las rodillas se cansan de andar por cuerdas flojas, y que las brújulas se quedan sin pila si el rumbo no consigue establecerse nunca, jamás, en ningún momento, y son todo incertidumbres, y quizá, y ahora, y ahora no, pero que sí, pero tú primero, pero calla, pero dime, y ls lenguas que se muerden se acaban secando. Como sugería una vaca, en otras palabras, los diamentes son para siempre, pero el zen, no. La paz interior es esa marejadilla que yo no logro encontrar desde hace un par de años, y el mundo, y las islas y los naufragios en torno a la marejada impiden, una, dos, tres y otra vez que pueda calmarse nada. Ella lo dejó muy claro (entre otras cosas) que con ruido de fondo no se puede pensar. Pero como rezan y saben los telecos, la señal ruido existe siempre, y si esperas que sólo haya silencio para cantar, no existiría canción alguna. Y que no se trata de cadenas, sino de zapatos, y de ir dando pasos, pero ALGUNA VEZ se tendrá que tratar de querer darlos, no dejarse llevar indolentemente porque otra persona empuje en una dirección.

En otro orden de cosas, el periódico anuncia que las temperaturas por fin subirán, pero que el clima seguirá dando por culo, que en Castilla y en Marzo, es su obligación. En la sección de deportes, alguien duda si poner un anuncio de Se Vende Kimono Negro, y cree que no sería mala idea ir a casa de mamá a recoger el blanco, que aunque no es el de gala y tiene menos amigos, hace que nos preocupemos menos. Lo sabios que tienen manchitas en la toga calculan cómo no quemarse (páginas de sociedad), y la programación de TV anuncia espectáculos en el que los telépatas siguen sin saber qué demonios piensa nadie. La sección de economía no marea demasiado, y la cartelera sólo anunca más ciencia ficción, de realidades mejor ni hablar.

Y cada minutillo, todos más necesitados de psiquiatras, como el vecino del trastero.

Flipo con el puto cambalache. Y el pobre chaval sólo quería que le dijésemos que demonios es esa mierda de la autoescritura.

Tócate los huevos.