...es el principio y el fin.

sábado, noviembre 25, 2006

Desde Mérida con amor

La experiencia es un conocimiento traicionero que adquirimos siempre después de haberlo necesitado.

Irónico, pero real, y doloroso a veces, hilarante otras. Conozco a un mentalista que nunca se volverá a dejar su equipaje dentro del maletero de un coche de línea.

Ayer, a las 22:45, en el Pub Blues, garito precioso, con un tamaño perfecto que permite público e intimidad, y un improvisado equipo de sonido, Max Verdié presentaba La Magia del Pensamiento por primera vez en Villafranca de los Barros, Mérida.

Cómo me gusta hablar de mi.

Reflexionando en el Hotel Diana (tres estrellas, barato, estupendo servicio: vayan) me acordé de un trocito de pasado con barriga y una baraja que se llamaba Pove, Magic Pove, mi único amigo de verdad en el trapero y trapaz mundo de la magia. Mi amigo Pove hubiese disfrutado ayer como un enano zoófilo en una pollería (momento Rafa) viendo actuar con desagradable desparpajo a un par de esos que él y yo (¡magos malvados!) llamabamos "espectador tocacojones". Sorteados con arte torero y casi una patada en la boca cuando uno de ellos se abalanzó desde la primera fila a coger una cosa que lancé al suelo, se logró hacerlos callar in extremis leyendole el pensamiento a uno. Y lo crean o no, lo que estaba pensando era "polla". Así son ellos: perfil unívoco.

Pero Sodoma hubiese sido salvada con sólo un justo, y condenar Babel (extremeños: saquense la piedra de la boca) por dos pecadores, sería un ejercicio asaz mezquino. Un público excelente y divertido, participativo, generoso en el aplauso y con ganas de pasarlo bien. Un regalo maravilloso que te dejan de vez en cuando, menos divertido de contar que la hazaña del amigo Ángel Piensaenpollas, pero mucho más gratificante.

Damas y caballeros, este aplauso va por ustedes...

... en tres...

... dos...

... uno...

¡Ahora!

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Soy Max Verdié... bienvenidos a un espectáculo en el que todo es mentira.

miércoles, noviembre 22, 2006

Cansada de esperar (la Verónica Mitad)

No es el flaco, ahora que está más gordo tras (jura) desintoxicarse. Atrás nos deja la leyenda de un porro por cada tecla blanca de un teclado. Ladys and gentlemen, Andrés Calamaro.


Media Verónica despierta
le molestó la luna por la ventana abierta...
llego una carta desde el frente
el cántaro se rompe
y se seco la fuente.
Va a decidir que hacer cuando despierte
del todo
y borrar con la mano lo que ayer
escribió con el codo.

Habrá que ver
si la crónica verónica reacciona:
la verónica mitad
tiene muy poca maldad,
pero está cansada de esperar.

Media verónica esta rota
no tiene muchos años
pero le hicieron daño,
rompió una lanza por la risa
pero no tiene prisa
y se ríe muy poco.

No va a saber que hacer
cuando no sople mas viento,
no sabe distinguir el amor
de cualquier sentimiento.
Quiere vivir
una vida diferente cada día:
la verónica-mitad
esta en la flor de la edad ,
pero esta cansada de esperar.

En la ventana hay una nota:
el pájaro no vuela, tiene las alas rotas.
Media verónica lamenta
que el tiempo se consume
y lo demás no cuenta.
La vida es una cárcel con las puertas abiertas.

Verónica escribió en la pared
con la tripa revuelta.

Nada que ver
no habrá flores en la tumba del pasado,
la verónica mitad
dice siempre la verdad
pero está cansada de esperar.

martes, noviembre 21, 2006

Concursando de nuevo

Llenita de mil dudas, la princesa,
huérfana está de besos del ombligo,
solita está, sin casa y sin abrigo,
la pobre de mil dudas está presa.

La bella con sus dudas me embelesa
y me obliga a pensarme lo que digo:
y digo que el pijama fugitivo
se esconde a metro y medio de mi mesa.

¿Miedo? De sobra sé que eres más fuerte.
¿Susto? sólo me acehca el de perderte.
¿Dudas? Mordedme ya, que luego es tarde.

El día que te escueza la cabeza
y te arañe con dudas la tristeza
me fuga usted mí: yo soy cobarde.

lunes, noviembre 06, 2006

Cruzar a cualquier parte

Mira, y de reojo, me decora el mundo y lo ilumina (verde, y rosa donde ella sabe) quitándome el gris de los rincones. Sonríe mordiéndome en la fiebre y la falta de sueño me la arregla a besos. Náufrago y huérfano y náufrago y huérfano y náufrago en el sofá, la eché de menos nada más tumbarme, en la piel y en la memoria de los huesos. Navegando al borde de la inconsciencia debajo de una manta, sin sueño y el paladar enrojecido, Ella me humedece los labios con trozos de mar, quién sabe robados donde, abordándome en su cáscara de nuez, princesa a contraviento.

Mira, y de reojo, no hace falta la luz, ni el viento, ni todo lo demás, y puedo pisar de nuevo el suelo sin caerme, y la llevo en brazos y de allí no se suelta, cantando nanas a un niño en un libro roto, sentado en su habitación, paseante del cretácico, peinado con raya a un lado y con su libro, mitad dinosaurio, mitad juego de química, que sabe que le querrá dar la mano para poder cruzar.

A cualquier parte.