Aprendí (hace tiempo) que hay daño que no duele.
Cualquier manual os lo dirá claramente: si un personaje jugador es víctima de una quemadura, sufrirá daño. Dependiendo de la gravedad e intensidad, claro. Perderá puntos de vida (¡o de golpe!), descubrirá que está Gravemente Herido, que le han arrancado la Pierna Izquierda o que simplemente está Aturdido 1d6 asaltos.
Lo que ignoran muchos heridos de los mundos fantásticos de la Infinidad Ilimitada (las Tierras Infinitas) de los mundos imaginarios de los juegos de interpretación es que a veces ese daño no duele.
A veces, una quemadura es tan grave que quema el tejido nervioso y desaparece la percepción de dolor en esa zona.
Duele, claro, la periferia. Las zonas alrededor. Donde hay quemaduras de segundo y primer grado que no han destruído los nervios. Duele lo que no es la herida, directamente. Lo que circunda. La gente. Los lugares. Las situaciones. Encontrarse fotos. Lo que no es, vaya, repito, la Herida.
La buena noticia es que, claro, no te duele, aunque estés Gravemente Herido o hayas perdido Puntos de Golpe sin recibir golpe alguno.
La mala es que, cuando empieza a curarse, duele mucho más que las heridas que circundaban.
La peor, que la Realidad duele, aunque haya quien no se entera.
Como dijo un sabio, no somos más que la suma de nuestros puntos de experiencia.
Aunque nos duela. Y aunque nos dejen aturdidos.
1d6 asaltos.
Y por muy grave que sea, me río.
Porque por muy duro que sea, estoy seguro de que en el séptimo asalto, sea cual sea el resultado, ya no estaré aturdido.
Aunque hay daño que sí duele.