...es el principio y el fin.

sábado, julio 12, 2008

Cerrado por reforma


Ellos se levantarán en un par de horas para hacer un gotonpo.
Como los jedi, irán en mi pensamiento.
Apenas he dormido (una hora), como siempre que tengo, ay, viaje al día siguiente.
Por eso pienso mal y tengo palpitaciones.
He descargado chistes de Eugenio para quedarme frito en el autobús. Va a ser mala idea, y llegaré, dormido y carcajeante a Calamocha, Teruel.
Allí otras veintitantas personas de varios países nos esperan a La Kohaiesa y a mí para eso del campo de trabajo.
Yo ya llevo siete.
Alguien huele a rancio. Jubilese, abuelo.
Son veinte días, ya volvemos.
Mientras tanto, corazón cerrado por reforma.

viernes, julio 11, 2008

Vacaciones en Tierra-7 (inventario)

Me encanta alargar mi indolente adolescencia.

En un catársico estertor, quemo mis últimos cartuchos de veranos en tierras paralelas: séptimo (y muy seguramente, esta vez sí) último campo de trabajo.

La ley, señores, está para respetarla. Por eso son leyes. Las del hombre las ponen los hombres y las de Dios las pone Dios. Las del Universo estaban ya cuando llegamos. Igual que las de los campos de trabajo.

Sí, claro. Me voy a Teruel. Este campo de trabajo rompe casi todas las Leyes de la Campística, dogma de mi veraniega fe particular los últimos diez años.

Y, como todas las leyes, no es más que cuestión de tiempo encontrar una razón estupenda para saltárselas.

A la torera.

Lo hago por alguien a quien no sabía que iba a echar tanto de menos. En parte por enfado, por culpa de los pérfidos Albioneses, y en parte por impulso. Surgió una noche de fiesta y decidimos apuntarnos. Ella nunca ha ido a ninguno, y me parece una estupenda manera de pasar el testigo. Nos lo vamos a pasar (cuánto te echo de menos, Bruja) pirata.

Ni a la playa, ni al sur, y además, acompañado.

Cuando quebranten la ley, asegurense de hacerlo a lo grande.

¿Qué me llevo? He elaborado el siguiente

Inventario

de ropas, útiles, trastos y telares
que me llevo al campo de trabajo

++ Sesenta camisetas. Tres por día. En algo tendremos que parecernos mi hermano el Alemán y yo.
++ Catorce calzoncillos. En mi opinión, demasiados. Ha sido idea del Botas.
++ Un condón. Lavable. Que hay crisis.
++ El MP4 que llevé el año pasado. Con la misma música, para echarla de menos aunque sea Bruja. Ella cree que se lo digo a todas.
++ Botas, deportivas, sandalias y chanchuflas. Si no sabes lo que es una chanchufla es que no has vivido.
++ Cosas de magia y de andar leyendo el pensamiento. Porque hacer trampas, como las tiritas, siempre viene bien.
++ Un cuaderno. Y un boli. Para hacer sonetos si se tercia.
++ Una baraja buena. Para no romper. Una baraja mala. Para las boquillas de los palitos de la risa. Ja.
++ La Men´s Health de este mes. Si ha podido Pablo Motos, podré yo.
++ El móvil. Línea cortada, que, repito, hay crisis.
++ La camisa de latino. Ha visto romperse más corazones que yo. Su historia hasta que me fue legada es apasionante.
++ Pantalones de marcar paquete. Fundamentales.
++ Omamori. Para hacerme el internacional.
++ Diccionario de inglés. Nunca sabes a quién tendrás que insultar.
++ Una kohai. Para usar de porteadora. Sin ella, no existiría este viaje. Blanpin: ¡QUE NOS VAMOS!

miércoles, julio 09, 2008

¡Hombre soldar máquina!


Qué a gusto.

Hoy ha sido un buen día.

Pero antes... verbigracia, los antecedentes.

Hace un año compré un reproductor de MP3. Esos que llaman MP4. En un segunda mano, de esos extraños productos que tienen a estrenar. El día antes de irme a un campo de trabajo. Lo llené de música, de la cual apenas escuchaba la mitad y, el último día del campo, la hembra de la clavija donde se insertan los auriculares se soltó.

Maldita sea.

Mis vacaciones fueron más largas que las dos semanas de aquel campo de trabajo: pasé unos días antes en Cartagena haciendo el punki con Cris y Poncho, y tras el campo fui a Granada y me perdí entre lunares. Cuando regresé, la efímera garantía de un mes ya había expirado.

Mis habilidades mecánicas son escasas. Traté de repararlo como todo lo que me estropea: ignorando el problema. Así que el reproductor fue condenado al ostracismo durante casi un año. Además, me regalaron un Ipod, al cual maldigo.

El caso... es que no voy a llevarme el Ipod al campo de trabajo. No sólo es probable que lo pierda, sino que lo odio. No consigo domeñar el programa maldito que rige sus tripas.

Así que he rendido un curioso tributo.

He cogido su soldador, y me he alegrado al ver que aún quedaba estaño útil para soldar.

He desmontado el aparado, pegado la hembra donde se inserta el auricular y soldado sus bornes, o como se llamen.

Luego, lo he vuelto a montar.

Suena perfectamente, como el día que lo compré.

Ni siquiera me voy a molestar en cambiar la música. Así sonreiré cada vez que escuche el nenúfar solitario, aunque no esté mi Bruja.

He recogido el soldador y lo he guardado.

En alguna parte, mi padre se ha alegrado mucho.

lunes, julio 07, 2008


Un Relato Asombroso

sobre La Gata


por


Marcos Pastor

guionista y productor de APK


Santiago es una ciudad antigua, en medio de una tierra antigua.


Eso pensaba El Mago mientras caminaba por una calle oscura y quizá irrealmente estrecha. Todas las ciudades antiguas tienen lugares extraños, donde los encuentros fortuitos con lo desconocido son... cuando menos, memorables.

Ya anochecía.

El Mago escudriñaba las esquinas, vigilaba la oscuridad y acariciaba su Sello. La noche en el norte es buen lugar para sorpresas peligrosas. La Oscura Cofradía era poderosa en esa parte del mundo, y no tardarían en decidir tomarse la justicia por su mano, aunque El Mago hubiese vencido a su Gran Maestro en duelo de manera legítima.

El Mago ajustó su sombrero. La noche refrescaba.

Oyó un maullido.

No supo precisar de dónde venía.

Siempre, en el mundo de la magia, es peligroso no saber precisar de dónde viene algo. Se asustó.

Murmuró el comienzo de un conjuro. No era un conjuro amable, y no se molestó en disimular el brillo de la mano. Si la Oscura Cofradía venía a por él, los mundanos tendrían un buen espectáculo.

Pero no.

Salió de la sombra, de la misma forma terrena en que saldríamos tú y yo.

El mago la miró a los ojos, oscuros.

La gata le devolvió la mirada.

Él se agachó para observarla más detenidamente.

Ella se acercó y se dejó acariciar. Su pelaje era extrañamente suave para una gata callejera, sin embargo no parecía ser territorial o pertenecer a ninguna de las casas cercanas. Quizá, pensó el mago, haya venido de lejos. De muy lejos.

El Mago deshizo el conjuro para acariciarla mejor, con ambas manos.

Estaba seguro de que había visto esos ojos en alguna parte, pero no supo precisar dónde.

Por la noche, en los reinos de la magia, es peligroso no saber precisar dónde.

Lo miré y estaba muerto


No sé (aunque lo imagino) cómo hubiese estado el gato si yo no hubiese mirado. Quién sabe. Yo no lo sé, y Schrodinger tampoco, me temo.

El caso es que estaba muerto. No dentro de una caja, sino en el arcén, justo delante de la delegación territorial, donde los tipos elegantes y sus bellas kohai se apuntan a los campos de trabajo (y adoctrinan el transeúnte ocasional).

Tenía aplastado el craneo, en una mueca desagradable que le deformaba el rostro. No sé por qué la muerte se empeña en ser horrible. Si los muertos tuviesen un aspecto sereno y tranquilo, hasta la muerte violenta nos daría menos miedo. Pero no. Los guiñapos y restos de vida que nos acercan la sombra de la muerte (a saber: la sangre, las fracturas, el dolor), a pesar de ser una muestra de que seguimos vivos nos hace pensar en el rato en que ya no lo estaremos.

Como el gato.

Un autobús, en su ruta habitual pasó por allí, y por encima de la cabeza del animal. Lo aplastó más. Y la mueca se volvió más desagradable.

Y sin embargo, la inevitable asociación de ideas me hizo acordarme de personas que ya no estaban y de lo grandes que fueron.

Hay algo, en lo ominoso e inevitable de la muerte que siempre hace que piense en la marca que han dejado en mi parcela de realidad lo que han tenido que marcharse.

Y no me asusto.

Pienso que, lejos, en las antillas, en Nueva Orleans, en Cuba, en Brasil, hay gente que no se asusta.

Lo llaman vudú, lo llaman Santería, lo llaman Candomblé.

Allí donde la doctrina católica y la educación occidental han fracasado, los loas del voodoo se alzan triunfantes.

No hay miedo. Quizá sí tristeza, como en todas las despedidas, pero no hay miedo.

Sólo el vivo convencimiento de que alguien ha comenzado un larguísimo viaje hacia un sitio mejor.

Y un convencimiento igual de vivo de que ese alguien, sin embargo, sigue cerca.

Una vez fui sacerdote vudú.

No sabéis cómo me alegro

jueves, julio 03, 2008

Las 5 leyes de la campística


La experiencia, la vida, el budo y demás me han enseñado que existen leyes a aplicar en la elección de campos de trabajo.

1ª Ley de la Campística: no vayas a Castilla.
2ª Ley de la Campística: vete al sur, salvo que contravenga la primera ley.
3ª Ley de la Campística: vete a la playa, salvo que esto contravenga a la segunda y/o tercera leyes.
4ª Ley de la Campística: NO se repite campo de trabajo. Esta ley NO puede ser contravenida.
5ª Ley de la Campística: vete solo, que se liga más y puedes mentir lo que te de la gana sin ser (sic) contravenido. Esta ley sólo será quebrantada en los Casos Excepcionales (ver impreso adjunto).

Así, además, existen una serie de


RECOMENDACIONES GENERALES
para el estupendo disfrute
de su
campo de trabajo

++ Independientemente de lo que hayas calculado, necesitas MÁS camisetas.
++ Independientemente de lo que hayas calculado, no necesitas TANTOS calzoncillos.
++ Llevar botas para trabajar en aire libre en verano NO es ser exagerado.
++ ¡RECUERDA! Las carretillas de obra NO tienen freno.
++ Independientemente de lo que hayas calculado, te lo aseguro: no necesitas TANTOS condones. Y no sé ni si debería usar el plural.
++ ¡No se llega tarde a los campos de trabajo! Perderse la primera noche es de imprudentes y temerarios. Un caballero español no lo haría.
++ Entrar a las monitoras es de pretenciosos. Recordemos que Napoleón III, Bill Gates, Batman y la Madre Teresa eran pretenciosos.
++ Si la hoja informativa dice que lleves un traje de baño, lleva al menos dos. Ya descubrirás por qué.
++ ¡IMPORTANTE! Taller de masaje NO significa orgía.
++ Hacer pulseras SÍ es difícil, te digan lo que te digan los monitores. Aunque se rían.
++ ¡Camistas! ¡He dicho que lleves más camisetas!

¿Que a qué viene esto?

Ahora, ahora se lo cuento...

miércoles, julio 02, 2008

Caleidobesos en ciclo - (estructuras de abrazo)


No soy muy de efemérides, pese a lo que digan las etiquetas de este blog.


No creo en fechas señaladas, sino en los hechos que éstas señalan.

Creo en día a día con y junto a las personas.

Por sus actos los conoceréis, y yo conozco muy bien a mis amigos, a la gente que va caminando por la vida conmigo. Por eso valoro los momentos y no las fechas.

Esta es mi fenomenal excusa para felicitar con dos días de retraso a mi flor favorita.

Y como los magos y los mentalistas de Mundo Q llevamos sombrero para quitárnoslo en las grandes ocasiones, me lo quito y que hablen los grandes. Unamuno.

Un vasco ;)

Como mi amiga Igoñe.

En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
y el aroma de la noche
le henchía sedienta boca
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda...
Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma...
Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados
en la cuna, su corola;
las cabelleras mejidas
de la Luna y de la rosa
y en el crisol de la noche
fundidas en una sola...
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
mientras la rosa se daba
a la Luna, quieta y sola.