Porque a veces hay que castigar a cuadrúpedos malvados con pijamas de rayas, por una mera cuestión de autodefensa.
Vaya ciudad esta, donde todo pasa despacio y hay que contener el aliento a cada paso (que dan ellas) para que el corazón no se te salga por la boca.
En cuatro días, mi universo paralelo de espadachín en el exilio se transforma albergando a tres portadores de fragmentos de mi tierra (paralela de origen). Sabor de hogar en una casa, y más de 49 horas.
Y, volviendo a los cuadrúpedos, daré su merecido en la forma indicada a vuelta de correo al animal rayado. Qué ganas.
Se abre la veda.