Aparece en la luz que da la luna
a la sombra del fondo de los bares.
Aparece y de pronto no hay lugares
que no sean su dominio y su tribuna.
Aparece. Y hace que reúna
los retazos de mí por centenares.
Aparece -haciendo malabares-
con el trozo de mi aún sin vacuna.
Aparece y me captura y me desbroza
e igual que con el diablo y la tormenta,
yo la intento expulsar. Pero aparece.
Una vez que está aquí solo me roza
y en su virtud de nívea cenicienta
con el rayo de sol desaparece.