Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos, del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;
vencida de la edad sentí mi espada.
Y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
5 comentarios:
Qué melancólico, sería uno de esos días en los que se bebe más que se racionaliza, y se escribe en consecuencia... Saludos.
Lo escribió don Francisco de Quevedo.
¿Borracho?
Seguramente.
borracho? porque , porque porque , acaso alienta alcohol,desde la pantalla,
el unico que pueda vislumbrar la muerte es aquel que esta vivo
Borracho?
Borracho de ira!!
Cincuenta latigazos.
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