Es una excusa triste. Pero es que iba con prisa. Era uno de esos días que tengo en que me voy fijando en las personas. Ignoro cómo sería su día, pero él llevaba la mirada cansada y el paso quedo, casi, diría, interrogante.
No fue más que un momento, breve, pero muy conciso, mientras regresaba yo a mi casa de hacer compras, por haber mantenencia. El otro señor vestía de marrón, de marrón viejo, acorde con la forma de andar y con las arrugas ancianas de betún que le hacían un mapa del pasado en los surcos de la cara. Una barba enorme, de filme de piratas, blanca, negra y amarilla, bigote a juego, cartón de vino junto con el olor correspondiente y los ojos grises, de despiste, de miedo, de pérdida y de desilusión. De pasado.
Ya me había fijado mientras cruzaba a la torera en que paraba a cada persona que con él se cruzara, y lo mismo hizo el vagabundo de los ojos grises conmigo.
- ¿Dónde está París? – me preguntó.
- No sé.
Es una excusa triste.
Pero es que iba con prisa.
No fue más que un momento, breve, pero muy conciso, mientras regresaba yo a mi casa de hacer compras, por haber mantenencia. El otro señor vestía de marrón, de marrón viejo, acorde con la forma de andar y con las arrugas ancianas de betún que le hacían un mapa del pasado en los surcos de la cara. Una barba enorme, de filme de piratas, blanca, negra y amarilla, bigote a juego, cartón de vino junto con el olor correspondiente y los ojos grises, de despiste, de miedo, de pérdida y de desilusión. De pasado.
Ya me había fijado mientras cruzaba a la torera en que paraba a cada persona que con él se cruzara, y lo mismo hizo el vagabundo de los ojos grises conmigo.
- ¿Dónde está París? – me preguntó.
- No sé.
Es una excusa triste.
Pero es que iba con prisa.
2 comentarios:
París. Está tan lejos como la respuesta que hubiera sido adecuada. Con prisa... tsk.
Saludos.
decia aquel nene:
-papá entre la luna y parís ¿cual esta más lejos?
-vaya hijo que tengo- dijo el padre-¿tu ves parís desde casa?
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