Un Relato Asombroso de Claudio el Artesano
por
Marcos Pastor, guionista y productor de APK
- ¿Cómo? – el Artesano dejó la pieza que estaba esculpiendo sobre el tablero - ¿Qué si sé hacer pulseras? – miró con sorpresa a su Aprendiza- Sí, chica, pardiez, claro que sé hacer pulseras. Veamos... – el Artesano se levantó y sacudió unas virutas de su mandil de cuero. Se acercó a una de las altas estanterías del fondo de la sala con un taburete de madera en la mano. Lo colocó en el pie de la estantería y subió con gesto dubitativo. Se estiró para alcanzar una caja de cartón de color desvaído por el tiempo que reposaba junto a otras cajas, estas de colores más vivos.
Se acercó con la caja hacia el tablero de trabajo.
Callado, volvió a sentarse.
Miró la caja y sopló. Una leve nube de polvo flotó lenta y suavemente sobre la caja, desprendiéndose de ella. Se arremolinó sobre la caja como un custodio que no quisiera alejarse del objeto custodiado. Claudio abrió la caja y tomó algo de ella.
- Toma, chica... creo que con este valdrá – dijo el Artesano, mientras tendía un ovillo de lana amaranto brillante a la muchacha rubia – Ve a la otra sala y corta unas cuantas hebras de un par de metros. Yo voy ahora mismo.
La joven salió de la amplia estancia con aspecto de taller.
El Artesano espero a que ella saliera para abrir de nuevo la caja.
Sacó un papel doblado en dos y amarilleado por el tiempo. Lo desdobló y leyó lo que estaba escrito en él.
Unos minutos después, cuando Claudio entró en la otra sala, la joven Aprendiza no se atrevió a preguntarle a su Maestro si había estado llorando.
Se acercó con la caja hacia el tablero de trabajo.
Callado, volvió a sentarse.
Miró la caja y sopló. Una leve nube de polvo flotó lenta y suavemente sobre la caja, desprendiéndose de ella. Se arremolinó sobre la caja como un custodio que no quisiera alejarse del objeto custodiado. Claudio abrió la caja y tomó algo de ella.
- Toma, chica... creo que con este valdrá – dijo el Artesano, mientras tendía un ovillo de lana amaranto brillante a la muchacha rubia – Ve a la otra sala y corta unas cuantas hebras de un par de metros. Yo voy ahora mismo.
La joven salió de la amplia estancia con aspecto de taller.
El Artesano espero a que ella saliera para abrir de nuevo la caja.
Sacó un papel doblado en dos y amarilleado por el tiempo. Lo desdobló y leyó lo que estaba escrito en él.
Unos minutos después, cuando Claudio entró en la otra sala, la joven Aprendiza no se atrevió a preguntarle a su Maestro si había estado llorando.
10 comentarios:
qué tierno... a su edad haciendo pulseritas de hilo de lana...
a veces un trozo de lana, un papelito, un pequeño recuerdo desempolvado de la caja de madera del pasado( baul de los recuerdos de Karina) nos hace llorar de emocion, de tristeza, de mil y una cosa que ni nuestros aprendices ni nosotros mismos, tal vez, no nos atrevamos a preguntarnos...
Me gusta :D
Un besito
La kohaiesa
(que gracioso suena xD)
Juego de roles.
d.
Yeah!
Yo ma lo conocía :D
Besos como quesos!
Pues yo no lo pillo :S
¿y cuándo publicarás la segunda parte del de la viuda? :D :D :D
Y guarda las fotos :(
Avellanita, ¿qué hay que pillar?
La resolución de La Última Voz del General, esta semana.
Lo prometo.
Prometiste mas de lo que has podido cumplir....
Pobre anita...
Joder Marcos... acabo de pillarlo... Es el puto ovillo de Ariadna no? Claudio también es griego?
Publicar un comentario