(Según dice Lope que un tercero le contó)
Podría ser guapo si él quisiera, o feo si más se descuidara, más sin embargo, tenía algún encanto extraño que agradaba a las mujeres, pese a que la que más le interesaba, pareciese ajena a los intereses del muchacho, cual siempre ocurre a quienes se tildan de poetas.
No porque él se tildara de aquello, si no más bien porque sí lo parecía, su ingenio era vivo y rápido, y una deliciosa sensibilidad envolvía cuanto escribía en verso, cuando lograba sacarse de encima ese ánimo socarrón y dado a la provocación que solía envolver cuanto salía de su boca, más viva de lo que debiera.
Pese a todo, no era un cojitranco indefenso, o un petimetre acobardado, pues el vivo genio que hostentaba iba respaldado, cuando necesario fuere, de una toledana de acero recio que según cuenta le regaló su tío, el mismo que le enseñara a dar forma y manera a los sonetos.Este tío suyo era tema del q gustaba hablar, exagerar incluso, dicen las lenguas q mal le quieren, puesto que oyéndole hablar parece que el hermano de su padre hubiera conquistado Jerusalén él solo y sin ayuda alguna.
Narra con frecuencia que fue su tío, que antes de poeta fue soldado, quien le enseñara a manejar la filosa antes que a hilvanar poemas, a clavar un par de cuartas de metal en el pecho de un enemigo, que una daga caliente... en el corazón femenino de la dama que tocare. Habilidad la cual, todo hay que decirlo, le salvó en más de una ocasión de tener que retractarse de aquellas cosas que su lengua rápida soltaba antes que su cabeza sumara dos y dos y se apercibiera de que cuatro son demasiados enemigos para un hombre solo.
No porque él se tildara de aquello, si no más bien porque sí lo parecía, su ingenio era vivo y rápido, y una deliciosa sensibilidad envolvía cuanto escribía en verso, cuando lograba sacarse de encima ese ánimo socarrón y dado a la provocación que solía envolver cuanto salía de su boca, más viva de lo que debiera.
Pese a todo, no era un cojitranco indefenso, o un petimetre acobardado, pues el vivo genio que hostentaba iba respaldado, cuando necesario fuere, de una toledana de acero recio que según cuenta le regaló su tío, el mismo que le enseñara a dar forma y manera a los sonetos.Este tío suyo era tema del q gustaba hablar, exagerar incluso, dicen las lenguas q mal le quieren, puesto que oyéndole hablar parece que el hermano de su padre hubiera conquistado Jerusalén él solo y sin ayuda alguna.
Narra con frecuencia que fue su tío, que antes de poeta fue soldado, quien le enseñara a manejar la filosa antes que a hilvanar poemas, a clavar un par de cuartas de metal en el pecho de un enemigo, que una daga caliente... en el corazón femenino de la dama que tocare. Habilidad la cual, todo hay que decirlo, le salvó en más de una ocasión de tener que retractarse de aquellas cosas que su lengua rápida soltaba antes que su cabeza sumara dos y dos y se apercibiera de que cuatro son demasiados enemigos para un hombre solo.
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