me dices con palabras sin sonido.
Ya me rindo por fin: estoy rendido
esperando si escribe quien me escriba.
Ya me rindo otra vez, alguien me chiva
que me llegan mensajes recibidos.
Me apresuro a leerlos y cautivo
respondo una respuesta a tu misiva.
Que sí, que me rindo, que me has metido
los dedos en la llaga del curioso:
seguiré con fervor la expectativa.
¿Me toca responder a mí, rendido?
Con un soneto paga este moroso:
Ya me rindo por fin: ¡manos arriba!
3 comentarios:
Muy bello.
¡Has vuelto!!!!!
Es complicado imaginarse a un mentalista cautivado cuando suele ser él el que causa tal efecto, pero quizá sea esa ironía la que hace tan bello este soneto. ¡Qué afortunada (¡y poderosa!) la dama en cuestión, señor Verdié!.
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