Algunas cosas solo suceden de noche.
Las pérdidas de razón. Las confesiones. Mister Hyde. Las pasiones sin culpabilidad. Los arrebatos. Drácula y el hombre-lobo. Los saltos al vacío, los errores de cálculo. Batman. Los faroles con y sin cartas. La osadía.
Y, sin avisar y muy poco a menudo, las sorpresas.
Las sorpresas con nocturnidad.
Algunas cosas solo suceden de noche.
Algunas cosas suceden porque tienen que suceder. Porque de pronto es el momento y porque era obvio aunque nadie se hubiera dado cuenta antes. Aunque sea ambiguo y andemos sobre arenas movedizas. Sobre las nubes de tu pelo. Algunas cosas suceden antes de que ocurran: la causalidad es esquiva cuando las cosas pasan de noche.
Porque no puedes escoger una vida, ni un empleo, ni familia o televisores, por muy grandes que sean. Porque no puedes escoger tus sorpresas. Porque aunque estés solo, sentado un cine, con la única compañía de un combo mediano de Coca-Cola Zero y palomitas, de noche puede suceder de todo. O quizá te des cuenta de que ya había ocurrido tiempo antes. Y solo ahora eres consciente.
Algunas cosas solo suceden de noche.
Sin motivo, una paloma mensajera de unos y ceros trae luz a la noche en el momento que menos te lo esperabas, pero que, quizá, sea el más adecuado. O el único. Quizá solo sucede porque sí y es momento de bajar la espada y envainar. De respirar y mirar alrededor, porque puede que el aire sea nuevo, o dulce, o salado. O porque algunas cosas solo ocurren porque tienen que ocurrir.
Sin trampa. Sin cartón. Sin decir mentiras.
Algunas cosas solo suceden de noche.
Y desgraciadamente, les buscamos razones.
No hay razones.
Quién necesita razones cuando tienes…
Las pérdidas de razón. Las confesiones. Mister Hyde. Las pasiones sin culpabilidad. Los arrebatos. Drácula y el hombre-lobo. Los saltos al vacío, los errores de cálculo. Batman. Los faroles con y sin cartas. La osadía.
Y, sin avisar y muy poco a menudo, las sorpresas.
Las sorpresas con nocturnidad.
Algunas cosas solo suceden de noche.
Algunas cosas suceden porque tienen que suceder. Porque de pronto es el momento y porque era obvio aunque nadie se hubiera dado cuenta antes. Aunque sea ambiguo y andemos sobre arenas movedizas. Sobre las nubes de tu pelo. Algunas cosas suceden antes de que ocurran: la causalidad es esquiva cuando las cosas pasan de noche.
Porque no puedes escoger una vida, ni un empleo, ni familia o televisores, por muy grandes que sean. Porque no puedes escoger tus sorpresas. Porque aunque estés solo, sentado un cine, con la única compañía de un combo mediano de Coca-Cola Zero y palomitas, de noche puede suceder de todo. O quizá te des cuenta de que ya había ocurrido tiempo antes. Y solo ahora eres consciente.
Algunas cosas solo suceden de noche.
Sin motivo, una paloma mensajera de unos y ceros trae luz a la noche en el momento que menos te lo esperabas, pero que, quizá, sea el más adecuado. O el único. Quizá solo sucede porque sí y es momento de bajar la espada y envainar. De respirar y mirar alrededor, porque puede que el aire sea nuevo, o dulce, o salado. O porque algunas cosas solo ocurren porque tienen que ocurrir.
Sin trampa. Sin cartón. Sin decir mentiras.
Algunas cosas solo suceden de noche.
Y desgraciadamente, les buscamos razones.
No hay razones.
Quién necesita razones cuando tienes…
No hay comentarios:
Publicar un comentario