...es el principio y el fin.

viernes, octubre 14, 2011

¿Quién necesita razones?

Algunas cosas solo suceden de noche.

Las pérdidas de razón. Las confesiones. Mister Hyde. Las pasiones sin culpabilidad. Los arrebatos. Drácula y el hombre-lobo. Los saltos al vacío, los errores de cálculo. Batman. Los faroles con y sin cartas. La osadía.

Y, sin avisar y muy poco a menudo, las sorpresas.

Las sorpresas con nocturnidad.

Algunas cosas solo suceden de noche.

Algunas cosas suceden porque tienen que suceder. Porque de pronto es el momento y porque era obvio aunque nadie se hubiera dado cuenta antes. Aunque sea ambiguo y andemos sobre arenas movedizas. Sobre las nubes de tu pelo. Algunas cosas suceden antes de que ocurran: la causalidad es esquiva cuando las cosas pasan de noche.

Porque no puedes escoger una vida, ni un empleo, ni familia o televisores, por muy grandes que sean. Porque no puedes escoger tus sorpresas. Porque aunque estés solo, sentado un cine, con la única compañía de un combo mediano de Coca-Cola Zero y palomitas, de noche puede suceder de todo. O quizá te des cuenta de que ya había ocurrido tiempo antes. Y solo ahora eres consciente.

Algunas cosas solo suceden de noche.

Sin motivo, una paloma mensajera de unos y ceros trae luz a la noche en el momento que menos te lo esperabas, pero que, quizá, sea el más adecuado. O el único. Quizá solo sucede porque sí y es momento de bajar la espada y envainar. De respirar y mirar alrededor, porque puede que el aire sea nuevo, o dulce, o salado. O porque algunas cosas solo ocurren porque tienen que ocurrir.

Sin trampa. Sin cartón. Sin decir mentiras.

Algunas cosas solo suceden de noche.

Y desgraciadamente, les buscamos razones.

No hay razones.

Quién necesita razones cuando tienes…

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