Se me ocurre que es abrir una ventana, y ventilar cuando ya tocaba, aunque cuentan que hubiese sido mejor antes. Se trata de despertarse con arena de un sueño Al Otro Lado Del Mar escurriéndose en los dedos, y enfrentarse a la realidad, que ya nos toca. Aire nuevo en un velero que se llama, Perales (que sabe mucho de estas cosas, aunque se haga el moderno con chupas de cuero) contaba, Libertad. Una hojita nueva en el cuaderno de fingir que hago boleros, después de tangos con tachones, con esas cosas que tienen los tango de herir sin matar, y de hacerse inolvidables.
Y el libro aquel a medias que se llama con su nombre, saluda con la manita, contento de no tener que bautizarse de nuevo. Creo que la memoria de echar de menos debe ser justa con la de las manos, y dejar los nombres a las cosas que corresponden, cuenta un soneto de uno que se equivocaba. Y las horas lentas en los relojes pequeñitos se acaban a la vez que las monedas de monederos de plata que viajaron mucho más lejos de lo que les hubiese tocado si se hubiesen quedado en casa. Cerramos las maletas de marcharnos lejos, recogemos los zapatos de ir a buscar aunque nos llueva, mira que me mojo, no importa, pobre, un beso, y me pongo una bufanda pendiente de comprarme que me quitará, digo yo, el frío que nos queda por dejar caliente.
Borro la pizarra en la que me enseñaste a sumar dos contra el mundo, y a equivocarnos sumando, pero pagar la suma de las cuentas siempre un poquito más tarde. Rompo las pinturas verdes, guardando un poquito en una bolsa en la que hay armas de la edad media que cortan menos que acordarme, y me ato los cordones de las botas de irme un rato de mi mismo. O dos. En un recóndito bolsillo, tarjetitas del Teatro Antiguo se me mezclan con la nota de Telepizza de la última vez que te acariciaba. Malos días estos en que el sol se nos esconde, dentro y fuera de los ojos.
¿Y ahora? Pues abrir las alas. Y volar.
A contraviento.
Y el libro aquel a medias que se llama con su nombre, saluda con la manita, contento de no tener que bautizarse de nuevo. Creo que la memoria de echar de menos debe ser justa con la de las manos, y dejar los nombres a las cosas que corresponden, cuenta un soneto de uno que se equivocaba. Y las horas lentas en los relojes pequeñitos se acaban a la vez que las monedas de monederos de plata que viajaron mucho más lejos de lo que les hubiese tocado si se hubiesen quedado en casa. Cerramos las maletas de marcharnos lejos, recogemos los zapatos de ir a buscar aunque nos llueva, mira que me mojo, no importa, pobre, un beso, y me pongo una bufanda pendiente de comprarme que me quitará, digo yo, el frío que nos queda por dejar caliente.
Borro la pizarra en la que me enseñaste a sumar dos contra el mundo, y a equivocarnos sumando, pero pagar la suma de las cuentas siempre un poquito más tarde. Rompo las pinturas verdes, guardando un poquito en una bolsa en la que hay armas de la edad media que cortan menos que acordarme, y me ato los cordones de las botas de irme un rato de mi mismo. O dos. En un recóndito bolsillo, tarjetitas del Teatro Antiguo se me mezclan con la nota de Telepizza de la última vez que te acariciaba. Malos días estos en que el sol se nos esconde, dentro y fuera de los ojos.
¿Y ahora? Pues abrir las alas. Y volar.
A contraviento.
9 comentarios:
Irte un rato de ti mismo, o dos pero sin marchar lejos...Si pasas por mi casa, pasa a recogerme para volar contigo un poquito a contraviento (qué bonita palabra)
Un beso...sin suponerlo.
"sumar dos contra el mundo..."
Si todos tuviésemos pizarras como esa y alguien que nos enseñase...
Me ha gustado todo, y esa frase, esa idea...me encanta.
Besos ;)
"Y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos"
Has escuchado esa canción de Jesús Garriga? =)
Y la de Arjona... me encanta cuando es en directo.
Saludos.
Hola... gracias por las respuestas, tan rápido... Elendaewen... tu perfil no puede visitarse... y así no conocemos tu blog... ¿Nos dejas verte?
Adios, con la mano.
Ya empezaba a echar de menos que renovases tu cuaderno...
Y hoy, más que nunca no tengo claro a partir de cuando todo se volvió negro, y sólo quiero abrir las alas y volar, dejarlo todo sin hacer y largarme pronto, a mi refugio...
Un beso
ops... aún no se me dan bien estas nuevas tecnologías.
De todas formas, no tengo perfil (creo)
Mi blog: http://elendaewen.blogspot.com
Saludos con las teclas endedadas =)
el velero sin velas, tal vez sin agua por donde viajar, impulse nuestros corazones, y por ende nuestros cuerpos a ese estado, sin fronteras ni limites materiales, q es el estado de felicidad
¿Y ahora? Pues abrir las alas. Y volar. Puedo, si me acompañas, si me acompañas a no pasar por mi pasado, si no recorremos los lugares donde no he sido feliz, si me acompañas a los lugares donde no he tenido mas que promesas, y eran eso.
Puedo volar, si mis heridas cicatrizan.
Me acerco al velero,
y veo que más que acercarme, he de subirme a él...
:)
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