...es el principio y el fin.

viernes, mayo 29, 2009

Bea salvando el mundo (omnia possibilia)


Una carta, que me he encontrado:

Yo nunca he tenido buenas ideas.

Quiero decir: se me ocurren muchas cosas, siempre, a todas horas, pero nunca he sabido desarrollarlas bien, o llevarlas a buen término. Por eso me gusta tanto diseñar juegos de rol en vivo con Jokin, una de las personas más inteligentes y sistemáticas que conozco. Las ideas surgen a mogollón de mi cabeza y Jokin le da forma al universo.

Por eso, porque no sé desarrollar cosas, siempre cito a la gente más sabia que yo. No es complejo encontrarla: nunca me cansaré de decir que la belleza y la sabiduría acechan en cada brizna de realidad.

La escuela Togakure, esa de ninjas que estudio yo y cuyas enseñanzas llevan transmitiéndose más de ochocientos años, dice una cosa: "shinden shin". De corazón a corazón.

Ochocientos años de tradición guerrera han acabado opinando eso. Que la verdadera amistad, que el verdadero amor (palabra de la que viene amistad) sólo puede existir de corazón a corazón. Sin disfrazar el pensamiento. Esto se hace con pocas, con muy pocas personas.

Yo conozco al menos una con la que lo haría siempre.

Shinde shin, corazón a corazón.

Ochocientos años de ninjas (dijo un friki) no pueden equivocarse.

Besos,

Marcos.

Se la escribí a Bea.

Bea es uno de los faros de mi vida, ya hablé de ella alguna vez.

Bea es como esos grandes libros de magia de los que habla Tamariz. Está llena de ideas, de buenas a excelentes. Ninguna mala.

Me gustaría que viérais la última. Es una de esas cosas que hace ella para salvar el mundo.

Está aquí.

Muchas gracias.

martes, mayo 19, 2009

Ellos llevan gabardina


(este relato se escucha con
esto, cortesía* de La Condesa Piernazas de Ruiz-Colmenares)

No me gustaría que perdieras el tren.

No me gustaría demasiado.

Sobre todo, no me gustaría darle lástima a algún otro viajero, que se diese cuenta de que he ido a buscarte a la estación con una flor.

No me gustaría que lloviese.

Siempre que un chico con flor se vuelve de una estación en la que no pudo recoger a nadie, llueve.

Y empieza a llover en cuanto sale de la estación.

Se tiene que subir el cuello de la gabardina (porque siempre que ella va a darle plantón escogen llevar una gabardina) y caminar sólo bajo la lluvia, con la flor de la mano.

Se nota mucho que la flor no es para él. Los chicos no saben llevar una flor de la mano.

Me vería la gente, y no me gustaría.

Tendría que caminar bajo la lluvia hasta un bar de esos perdidos que suele visitar la gente que se queda sola, donde conoces el nombre del camarero y él el tuyo.

Cuando llegas a ese punto, te das cuenta de que hay muchas cervezas nuevas. El chico sin chica y con flor se preguntaría en este punto si realmente hace tanto tiempo que no pasa por allí.

Es tarde, de todas formas. Siempre es tarde cuando paseas con una flor sin dueña.

Poco a poco, los parroquianos se van yendo y el chico sin chica mira el fondo del segundo vaso.

Es tan tarde que, mientras sigue lloviendo fuera, el camarero enciende las luces y quita la música, en uno de esos bares en los que hay luz, pero poca, siempre.

Empieza a recoger, mientras el chico se queda casi solo.

Casi.

Mira la flor y el fondo de un tercer vaso y se fija en una chica sentada ella sola en una mesa.

Al fondo.

Porque las chicas solas siempre se sientan al fondo.

Mira otra vez la flor, (una flor da mucho vértigo desde el fondo de un vaso) y apartando el vaso le pregunta algo al camarero, y éste le responde.

Suena otra vez la música, pero despacio, y hay humedad porque está lloviendo mucho.

El chico se acerca a la chica sola con dos copas de lo que ella había estado bebiendo. Una flor más que no se queda sin dueña.

Y luego, el camarero se despide de ambos, que se van juntos bajo la lluvia.

Pensaste un poco si eso me pasaría si no llegases en tu tren.

No. Eso le pasaría al tonto que fue con flor a recoger a una chica.

Yo iré a buscar una estrella.


* inspiración cedida por WinterGirl Enterprises-Rhiwen International Ultd. Todos los derechos hechizados.

domingo, mayo 17, 2009

Una estrella en Méndez Álvaro


No sé si todos conocen La Biblioteca Invisible.


Es un concepto.

De Borges, o de Neil Gaiman.

Aunque imagino que a muchos se les ocurrió primero.

En alguna parte de la Inmateria, en las Tierras del Sueño, o Más Allá del Velo de las Hadas (cada cual lo llame como quiera) existe una inmensa biblioteca donde están todos los libros que no hemos escrito. Nunca.

Algunos libros sólo están un tiempo. Son esos que tenemos verdadera intención de escribir, o que ya hemos abocetado. Cartas con Be y con uVe estuvo un tiempo hasta que lo escribí entero. Aunque luego lo perdí.

Pero hay otros muchos que se podrían encontrar poniendo a Max Verdié (o a mí) en el campo de búsqueda por autor.

El Artesano es uno. Aunque habiendo relatos cortos, se vuelve algo más tenue su presencia n la Biblioteca. Su segunda y tercera parte, La Cirujana y El Maestro de Armas son algo más fáciles de encontrar.

Sobre ese mundo, hay alguno más. Una colección de cuentos cortos protagonizados por el Gran Maestro Claudio del Gremio de Artesanos, titulado Lo que no os conté de Maite.

Muy tierno.

Pero hay más.

Algunos los empecé hace mucho, otros son un trozo de arrebato y algunos son sólo ideas.

Pero el otro día el bibliotecario de la Biblioteca Invisible añadió uno más a mi entrada.

Si buscan, rellenando el campo de búsqueda por autor, con mi nombre y apellido, encontrarán un libro nuevo que no he escrito, añadido el sábado nueve de mayo de 2009.

A las seis y cuarto caerá una estrella en Méndez Álvaro.

Novela.

Sin ficción.

Oídlo una vez más


Cualquier sistema que montéis sin nosotros

será derribado.

Ya os avisamos antes.

Y nada de lo que construisteis ha perdurado.

Oídlo mientras os inclináis sobre vuestros planos.

Oídlo mientras os arremangáis.

Oídlo una vez más:

Cualquier sistema que montéis sin nosotros
será derribado.

Tenéis vuestras drogas, tenéis vuestras pirámides.

Vuestros pentágonos.

Con toda vuestra hierba y vuestras balas
ya no podéis cazarnos.

Lo único que revelaremos de nosotros
es este aviso:

Nada de lo que construisteis ha perdurado.

Cualquier sistema que montéis sin nosotros
será derribado.

martes, mayo 12, 2009

LA VOZ A TI DEBIDA

(versos 102 a 126)

¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
«¡si me llamaras, sí, si me llamaras!»
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: «No te vayas».