...es el principio y el fin.

viernes, julio 22, 2005

Magia sin contrato

Es un extraño panorama.

Desapareceré, sin destino demasiado fijo. Me marcho hoy en una furgoneta, mañana en un autobús, pero después no se cómo volveré, ni si me encontraré con alguien en el camino, creo que esta vez sí, pero es complicado, y no se si el mundo está colocado de la manera correcta.

Ocurre que ya no se cómo escribir, tal vez un hueco de tiempo sea lo correcto, lo dice un bolero, que ausencia quiere decir olvido, pero dice alguien más sabio que yo que por cada lágrima en un bolero hay una risa en alguna rumba.


Escribo hoy, pero me apago. Perdón a los ángeles extraños, a las niñas caramelo, a las pinches guachupinas, a todos los que huyen de la huída, y a mi primo, que inventa gaviotas al ver palomas y los cerros se le quedan pequeñitos, huérfano de verde en el Cerrate. Esperadme un tiempo, que yo vuelvo, no se cómo, ni cuándo, ni con quién, esta vez el destino es extraño y más confuso que siempre, o que nunca. El mar, que nunca se decide si va o si viene, si oxida o purifica, que no se queda, pero no quiere marcharse, tiene esa extraña costumbre de hacerme ver las cosas de lejos, y con calma, y con nombres, además de quitarme la caspa, aunque no es lo único de mi cabeza que suele quitarme, o que quizá convenga quitarme ahora.

Agua con sal, en las heridas, magia en verano sin contrato, y un mentalista que, de pronto, es incapaz de ver qué carta será la escogida.

Es un extraño panorama.

miércoles, julio 20, 2005

A vuelta de correo

Y resulta que sucede que algunas canciones que ya te sabías de memoria suenan completamente nuevas cuando cambia el momento de escucharlas, y de pronto significan cosas que hasta entonces no entendías. Lo diría un duende, a veces pasa. Es como si de repente te llega una carta que habías olvidado, o a lo mejor una que nunca debiste escribir.

Pero, lo dice l título, a vuelta de correo.

Y dice el coro:


Caballero en edad de merecer,
con un pelo de tonto, cuatro canas
el pasado resuelto y muchas ganas
ya sabe usted de qué.

Informal, ilustrado, manejable
más amigo de gatas que de perros.
Con dos ulceras y una inexplicable
mala salud de hierro,

Solicita con fines poco serios
señora aficionada al adulterio
o señorita de entre quince y cuarenta
(si no los aparenta).

Las cartas a República Española,
hoy Avenida Juan Carlos Primero.
con foto que prefiero
de cuerpo entero y sola
a vuelta de correo irá la mía
con traje gris y más chulo que un ocho
porque la tengo, ¿como le diría?
Más larga que Pinocho.

Se aceptan feministas sin pancarta,
cursis enamoradas del amor
o pesimistas hartas de estar hartas
de decirme que no.

Igual me da mujer de mala nota,
especialistas en Borges y Lacan
si no vienen tocándome
con Juan Salvador las pelotas.

Dispuesto a todo incluso a defraudarte,
alérgico al deporte y al reloj
con un precoz talento para el arte...
de la eyaculación.

Las cartas, a Calle Melancolía,
hoy travesía Álvarez del Manzano,
con dos fotografías del último verano,
a vuelta de correo irá la mía,
donde aunque pálido y flaco destaco
por tenerla mas larga todavía...
que un lunes sin tabaco.

¡Anímense monjitas de clausura!
Absténganse fanáticas y abstemias
la pasión con controles de alcoholemia
no me la pone dura.

Podrán buscarse amantes de ocasión
cuando la decadencia lo aconseje
que traigan referencias
y se dejen ganar al dominó.

A las interesadas aseguro
máxima indiscreción, ninguna prisa,
buena conversación, besos con risas
y noches sin futuro.

Cartas al bulevar del mal vivir
también llamado de los sueños rotos
adjunte un par de fotos
de frente y de perfil
a vuelta de correo irá la mía
con pose de poeta parnasiano
ufano de tenerla todavía...

más larga que Cyrano.
(de Bergerac...)
Joaquín Sabina - Enrique Berro.
Tema "A vuelta de correo" incluído en el disco single "Benditos Malditos", de Joaquín Sabina.

lunes, julio 18, 2005

Ángeles Extraños

Extraños ángeles sin alas, que aparecen de pronto en forma de ventana, se ríen usando una sola letra e iluminan un poco las mañanas, estas mañanas extrañas de verano que empiezan casi por la tarde, y abren un espacio en la memoria donde todo era más sencillo y no había que esperar a nadie, y los días malos acababan en cuanto amanecía, en lugar de amanecer malos de nuevo.

Extraños ángeles sin alas, y extraños momentos y noches extrañas, pero al fin y al cabo todo pasa, incluído lo que duele, y sobre todo, pasa lo que tiene que pasar. Y gracias a los ángeles, al menos te ríes un poco algunos ratos, y resulta que viéndolo de lejos, no todo es tan malo, y que arreglaro es bien sencillo. Y que los minutos que parecían horas, vistos ahora no son más que minutos con 60 segundos, pero que no me había dado cuenta. Y que no ha sido más que un conjunto de días extraños.

Y de extraños ángeles.

miércoles, julio 06, 2005

Pero... ¿Y mañana?

¿Y mañana? Mañana me río, y me duermo y me despierto, y sonrío al mirar si eso me pasa, y a lo mejor beso, o mil, o alguno menos y no nos queda tiempo. Mañana no hay prisa, ni horas, ni lugarer. Mañana mejor, mañana mucho, mañana un poco, mañana un rato o prácticamente todo el tiempo. Mañana, y casi, casi, ya.

¿Mañana? Doble o nada, a la carta más urgente, y un avión, y un autobús, una piscina en medio para bañarme la impaciencia, un paqueta express, yo mañana, me olvido, mañana otra vez, mañana nunca, o a lo mejor, o para siempre o al revés. Es casi ya, y no me puedo esperar, ¿cuándo amanece? Parece que mañana, pero ya.


Mañana, que sí, que por fin, que en ese momento, y me río otra vez y me cuesta dormir, pero esta vez no me duele la cabeza, y el estómago no se calma, y las horas, que son demasiadas a la vez que veinticuatro, pasan despacito para reírse de mí.

Pero hoy no me importa.

Ni mañana.

martes, julio 05, 2005

Tengo sueño, duermo poco y mal y me duele la cabeza, y de paso, la realidad, que se empeña en seguir escociendo y avanzando sólo a trozos. Como helado y se derrite y se me olvida, y se me pasa el tiempo, y las horas, y bastantes de los días, pero no el dolor de cabeza, ni el sueño, ni los huecos. Me visto de negro y se me olvida por un rato, suelo anestesiarme así, y me concedo un paréntesis con saltos, y golpes y patadas. Pero luego sa acaba y las puertas sólo me conducen a la calle.

Mañana, paréntesis mucho más grande, pero de los que acaban siendo irreales, con el suelo escurriendo bajo los pies, y a contrarreloj, y sin retorno. Calamaro me habla de aviones y ni siquiera encuentro autobuses, y busco, pero no se el qué, ni dónde. Todo demasiado lejos.

Y me pierdo.