Me acabo de comer un bote de aceitunas negras. Lo más grave es que ni permiso le he pedido.
Enfrentándome en una batalla un poco absurda contra la búsqueda de piso, una carrera que apesta y me revuelve las triponcias, una que sí me gusta pero que (su puta madre) tiene un temario como para que se te caiga encima de un testículo, un examen de esos vestido de negro y con palos de matar, y otras historias, soprendido y agradecido me quedo al comprobar que por mal que vayan los asuntos, siempre quedará otro bote de aceitunas.
Estos días habito de prestado en casa de una señora que grita, aunque cocina estupendamente, y me han dejado solo con una gata enfermita, un ordenador y un perrito piloto de un metro y medio (es un san bernardo aeroespacial).
La carrera no me gusta, estudio poco y me va bastante regular, no tengo un duro, me salen tomates en los calcetines, Aquella habita lejos, y huérfano de besos va y deja, no puedo hacer viajes porque me arruinaría, mi trabajo es menospreciado por la señora de los gritos y su hija (que dice que es mi hermana), mi otro trabajo (el de los aplausos) no acaba de despegar, me angustio, me estreso, ay, me agobio.
Empero, siempre nos quedará otro bote de aceitunas*.
Sin hueso, que me dan como alegría.
Enfrentándome en una batalla un poco absurda contra la búsqueda de piso, una carrera que apesta y me revuelve las triponcias, una que sí me gusta pero que (su puta madre) tiene un temario como para que se te caiga encima de un testículo, un examen de esos vestido de negro y con palos de matar, y otras historias, soprendido y agradecido me quedo al comprobar que por mal que vayan los asuntos, siempre quedará otro bote de aceitunas.
Estos días habito de prestado en casa de una señora que grita, aunque cocina estupendamente, y me han dejado solo con una gata enfermita, un ordenador y un perrito piloto de un metro y medio (es un san bernardo aeroespacial).
La carrera no me gusta, estudio poco y me va bastante regular, no tengo un duro, me salen tomates en los calcetines, Aquella habita lejos, y huérfano de besos va y deja, no puedo hacer viajes porque me arruinaría, mi trabajo es menospreciado por la señora de los gritos y su hija (que dice que es mi hermana), mi otro trabajo (el de los aplausos) no acaba de despegar, me angustio, me estreso, ay, me agobio.
Empero, siempre nos quedará otro bote de aceitunas*.
Sin hueso, que me dan como alegría.
* jomolkala otra vez, Sam.