Suban, súbanse.
Ella quiere acurrucarse en un rincón y quedarse dormidita, quieta y callada sin que pasen los años.
Dice que está triste y que nadie la quiere, que le duele el mundo y la boca, por las costuras.
Dice que se le gastan las ganas, que no encuentra quien la escuche y que le faltan mimos.
¿Y saben qué?
Que yo la he visto reír, y llorar, y bailar, y cantar, y revolcarse en la arena como la más preciosa de las niñas grandes, y recortarme el corazón en cartulina, y la he visto sonreír y alegrarse y envenenarme los males con una energía capaz de devorar el universo, cuando ella quiera, como ella quiera, donde ella quiera.
Ella, que quiere acurrucarse en un rincón y quedarse dormidita, quieta y callada sin que pasen los años, que dice que está triste y que nadie la quiere, se confunde y se equivoca.
Porque yo la he visto como acabo de contarles, y sé que desde entonces, cada amanecer me resulta más sencillo cuando pienso en ella, cuando recuerdo a la jipi más bonita que me he encontrado nunca sonriendo y bailando y recortando corazones y todo eso que les acabo de contar. Y cada vez que entro al vestuario a ponerme la ropa de matar y mi bota ninja esconde, en mi tobillo, una pulsera que me regaló, muda testigo de que los días (¡qué regalo!) que pasamos juntos no han sido producto de mi imaginación, que ocurrió de verdad y que ni puedo ni quiero olvidarlos nunca.
Y hoy cumple años y estará más guapa que nunca.
¿A qué cojones esperan?
Súbanse al tren de la bruja.
Ella quiere acurrucarse en un rincón y quedarse dormidita, quieta y callada sin que pasen los años.
Dice que está triste y que nadie la quiere, que le duele el mundo y la boca, por las costuras.
Dice que se le gastan las ganas, que no encuentra quien la escuche y que le faltan mimos.
¿Y saben qué?
Que yo la he visto reír, y llorar, y bailar, y cantar, y revolcarse en la arena como la más preciosa de las niñas grandes, y recortarme el corazón en cartulina, y la he visto sonreír y alegrarse y envenenarme los males con una energía capaz de devorar el universo, cuando ella quiera, como ella quiera, donde ella quiera.
Ella, que quiere acurrucarse en un rincón y quedarse dormidita, quieta y callada sin que pasen los años, que dice que está triste y que nadie la quiere, se confunde y se equivoca.
Porque yo la he visto como acabo de contarles, y sé que desde entonces, cada amanecer me resulta más sencillo cuando pienso en ella, cuando recuerdo a la jipi más bonita que me he encontrado nunca sonriendo y bailando y recortando corazones y todo eso que les acabo de contar. Y cada vez que entro al vestuario a ponerme la ropa de matar y mi bota ninja esconde, en mi tobillo, una pulsera que me regaló, muda testigo de que los días (¡qué regalo!) que pasamos juntos no han sido producto de mi imaginación, que ocurrió de verdad y que ni puedo ni quiero olvidarlos nunca.
Y hoy cumple años y estará más guapa que nunca.
¿A qué cojones esperan?
Súbanse al tren de la bruja.