...es el principio y el fin.

sábado, abril 07, 2007

El cristal con que lo miro

A mi, que igual no lo sabían, me gusta un señor que se llama Quevedo. El Siglo de Oro (término que nos colocó un historiador de ALbión, en un raro caso de buen tino) fue una época maravillosa, capaz de los mayores espantos y de las más altas glorias.

El tal Quevedo tuvo la maravillosa mala suerte de compartir época y lugares con Lope (Lope el monstruo, lo llamaba él, quitándose el sombrero) de Vega, el Fénix de los ingenios. Describir a ambos titanes de las letras con palabras se me antoja, este rato, casi insultante.

Pero a lo que iba: un versillo de Quevedo, "de anciana habitación era despojos", me viene hoy como anillo al dedo, en esta casa de locos y de desprecios, dondo todas las palabras con con doble fondo y nadie es lo que aparenta.

Cristianismo de todo a cien y compostura de cuando te miran, tiznada con derechismo desfasado por inercia, y volver a entrar donde fue mi cuarto y descubrir, oh, dolor, que continúa siendo un puto trastero y que soy la única persona de esta casa a la que se le niega emplear su cama. Al menos esta noche me disfrazaré de fakir, pero porque me apetece y sin engaños.

¿Lo grave?
Que parece ser que sólo yo me doy cuenta. Quizá es culpa mía, o del cristal con que lo miro.

Al otro lado del mar, triste, miro a una princesa.

Que al menos es de colores.

3 comentarios:

vane dijo...

Si te sirve, aquí tienes un rinconcito para tí. No es una casa tan grande, y está un poco destartalada, pero serás bienvenido, Sr. Pastor.

Un beso gordo

gaitero en el exilio dijo...

tu siempre seras garza real, delfin del reino de la magia, crisalida de poeta, polluelo de ave del paraiso, y recuerda que el cristal por ser fragil puede romperse y hacerr que veas de otra manera a las cousinas...

abrazos de un gaitero de retorno en su exilio ainnnnnnnnsssssssssssss

Anónimo dijo...

Gracias, Prince.

Gracias, primo.