...es el principio y el fin.

miércoles, julio 01, 2009

Rafael en la Ciudad Dormida
un Relato Asombroso
de terror inhumano

por

Marcos Pastor
guionista y productor de APK
*****



Me desperté.

Recuerdo la leve ingravidez, el extraño olor acre calándome casi en la nuca.

Recuerdo estar tumbado y volver suavemente a la consciencia. Lo primero que hice, sin moverme, fue abrir los ojos. Allí, tumbado, vi un paisaje gris y macilento, cubierto de un polvo lento que llenaba toda superficie. Una suerte de limadura metálica muy suave, que cubría también mi propio cuerpo.

Estaba desnudo.

No lo vi hasta que me incorporé y miré a mi alrededor. Recuero lo alienígena del paisaje, el cielo estrellado, quiero y congelado, con las estrellas muertas en vida. Me fijé en que ninguna parpadeaba, y recuerdo haber pensado que la escasa luz muerta de aquella extraña imagen fija no sería suficiente para iluminar aquel lugar ceniciento y extraño. No es que hubiese demasiada luz...

...solo la equivalente a un ocaso de verano, salvo que esta parecía provenir de todas partes, creando un desconcertante juego de sombras que me hizo dificil apreciar los detalles pequeños de aquella flora deforme.

La flora...

Sé que olí una de aquellas plantas, y que el acre olor de mi despertar se intensificó por su perfume maligno, casi tóxico. Recuerdo un leve dolor en mis pulmones. Recuerdo cómo la flor cristalizó en mis dedos y se deshizo en polvo, en ese polvo metálico que cubría todo, cayendo, ya dije, levemente ingrávido hacia el suelo, hasta posarse en mis pies desnudos.

******

No podría decir cuánto pasó desde mi despertar hasta aquel momento. Sí sé que cualquier ser que habitase en ese lugar plúmbeo y gris podría seguir mis huellas sin dificultad, marcadas en la suave arena metálica. Y casi untuosa. Y recuerdo no haber sentido miedo. Una extraña calma me empapaba los huesos, el alma. La misma calma preternatural y obscena que embebía cada partícula de aquel mundo necrótico y perturbadoramente sereno.

Y entonces, la vi.

Nunca antes me había encontrado con una costrucción humana de tamaño tal. Frente a mí, sin ruido, sin ceremonia, se alzó del polvo una ciudad irreal, fantástica. Dormida.

Recuerdo su estructura deforme a la par que simétrica, el suave acabado de sus formas casi orgánicas, la formidable presencia del minarete central cubierto de signos palpitantes y quietos a la vez, con una energía prohibida contenida dentro.

Y recuerdo el silencio. Nítidamente. Recuerdo haber pensado que la ciudad estaba realmente dormida. No sus habitantes. No su gente. Sino ella misma, como algún extraño gigante, dueño del lugar, aparecido para encadenarme a un destino peor que la muerto.

Recuerdo haber vuelto a pensar que nada humano hubiese podido construir aquello.

Y recuerdo el momento en que comprendí el significado maldito de los signos quietos en su pálpito.

Mi último recuerdo fue un pozo negro de locura al alcanzar esa comprensión.

Y, en mi último destello de desnuda cordura, la imagen ominosa de la ciudad dormida.

2 comentarios:

El Capitán dijo...

Es... tremecedor.

Para los que han estado a las puertas de la locura, lo es.

¿Podemos esperar un relato de terror trans-humano?

Clap clap clap. Y luego dices que no encuentras musas ;)

Diego dijo...

Musa dori