...es el principio y el fin.

miércoles, diciembre 31, 2008

Porque a mí ni Dios me quita la sonrisa

No han podido cosas más graves.
Mucho más.
Y sigo sonriendo.
¿Por qué?
Hay razones en Omote: por mis buyu. Por mi kohai (debo seguir por él), por mi kohaiesa (no puedo fallar, por ella), por el cinto negro, por el kimono blanco, por los brindis, por llegar más lejos, por desenvainar más rápido. Por los ocho (y, por mis cojones, diez) socios semanales. Por las mañanas. Por los enanos que han venido hoy, de lejos, del sur, y me han dado besos. Por los aplausos. Por la gente que lee el pensamiento. Por Juan. Por el Supremo y todo lo que enseñó. Por el Corinda. Por los niños que ven magia. Por las siete realidades alternativas.
Y hay razones en Ura: por el sen-no-sen, por la gente con la cabeza en su lugar. Por el equilibrio mental. Por el mindundi (que ya no lo es, señoras y señoritas). Por el señor de barba. Por las Palabras. Por la Poesía. Los duendes (hombre, y las Duendas). El Primer Escalón. La Flor. Los dados de diez caras (el rojo y el morado). La gente que se mantiene equilibrada sin tener que tomar pastillas. Los que no inventan historias, los que no mienten por hacer daño, las vacas, el mar, el segundo escalón. Y el sexto. Sobre todo, el sexto.
Y además, y además...
Hay una razón mejor que todas esas (preciso).
A mí, apunten, señoritas, ni Dios* me quita la sonrisa. No pudo gente mucho mejor que vosotras.
¡Y menos con esta crisis!
* el Emperador, claro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que nunca nada ni nadie sea capaz de quitarnos la sonrisa, incluso en los momentos en que creamos que no nos quedan motivos para sonreír...
Un besito desde Burgos, porque ayer tú me hiciste sonreír a mí.

Elbereth dijo...

Y por qué nadie querría quitarte esa sonrisa?

Gracias por todo lo vivido este año, Marcos, gracias por esos toques de atención cuando me hacían falta, gracias por los ronquidos, por las algas del río, y gracias por ser tú.

Nos vemos en un ratillo

Elbereth dijo...

O el año que viene!

rut dijo...

cuando quieras nos devolvemos sombreros y libros y alguna historia. un abrazo gordo, gordo.

duén.

Max Verdié dijo...

Historias te puedo contar varias, pero sólo te contaré las alegres.

¿Vale, Dué?