...es el principio y el fin.

lunes, marzo 09, 2009

El Hombre Inaudible




"El Hombre Inaudible" es una novela de ciencia-terror que podrán hallar en la sección "Novela/Ciencia Ficción" de la Biblioteca Invisible. El autor está a veces en la uve, a veces en la pe.

Fragmento:

Nunca hallo la respuesta.

Nunca supe (y sospecho, sabré jamás) si era un genio visionario o un loco irresponsable.

Nunca.

Nos llevó años de duro trabajo y carísima investigación perfeccionar la fórmula, hasta dar con una plenamente funcional. Las holgadas fortunas familiares de que disponíamos ambos quedaron flacas ante las exigencias de nuestra ardua labor. El enemigo a batir fueron siempre los efectos secundarios. Su asencia, quiero decir.

Hallar la fórmula perfecta.

Una que no abrasase la piel del sujeto, que no lo volviese (recuerdo aún, entre mis pesadillas) del revés. No olvidaré el muchacho aquel que continuó golpeando el vidrio de su celda veintisiete segundos después de que su cerebro dejase de funcionar.

Pareció que la hallamos.

Ningún efecto fisiológico. Ninguna tara visible. Ni rastro de daño celular.

¿Cómo iba a saber yo el tremendo daño psicológico que provocó en mi compañero? ¿Cómo predecir lo impredecible?

Jugamos a ser dioses... y encontramos al demonio.

Ignoro qué llevó a Griffin a inocularse a sí mismo el agente que desarrollamos, y, realmente, a día de hoy, aún no me atrevo a dilucidar si fue un error en la fórmula lo que provocó su demencia o el poder embriagador que le infundió la redoma que se inyectó.

Lamentaré hasta el día de mi muerte, pronta ya, cada vez que dejé de fijarme en la creciente ansia de mi compañero en la búsqueda de nuestra obra maestra.

El Agente de la Inaudibilidad.

Nunca entenderé la extraña lógica que operaba tras el cerebro insondable de mi compañero. Fue siempre mucho más inteligente que yo, y mi ayuda en la investigación no fue más que un mero apoyo para que su privilegiado pensamiento llegase a la línea de meta de la fórmula perfecta. O casi perfecta.

Aún hoy, años después, recibo alguna llamada en mi teléfono privado. Tiemblo, cuando pregunto quién es mi interlocutor. Y no oigo. Y no puedo oír.

Alguien inaudible me escucha al otro lado, pero yo no puedo escucharlo a él. Jamás he tenido la certeza intelectual de saber que se trata de él, pero mi corazón y mis entrañas me lo gritan poderosamente.

El Hombre Inaudible sigue suelto, condenado a una sorda vida de miedo, terror y venganza.

¿Qué lleva al hombre cuerdo a desear la inaudibilidad?

Pienso en ello a menudo.


Y nunca, nunca, hallo la respuesta.

Brístol, julio de 1906.

_______________
La imagen es cortesía de la bella Roci, y la robó de este blog.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto huele a vivo... o no.

Max Verdié dijo...

Debería oler a muerto, amigo Supiot.

Pero no lo hace.

ROCÍO dijo...

Los hombres que eligen ser inaudibles, eligen ser invisibles, eligen lo fácil; porque gritar a veces es cansado y estropea la garganta. Pero...¿y lo bien que te sientes después? ;)

gritaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

sarita dijo...

¡Qué letra más pequeña!
¿Pretendes dejarnos ciegos?
No me gustaría ser inaudible aunque seguro que hay a quién sí les gustaría que lo fuese, a veces.

Texto raro.

Rhiwen dijo...

Hay gente inaudible e invisible sin haberse inoculado ninguna fórmula. Cualquiera de nosotros se ha sentido así alguna vez... Y no suele ser agradable.