...es el principio y el fin.

miércoles, marzo 04, 2009

El I-Phone de los jipis


Oí mi nombre y me di la vuelta. Me sacó de mi ensoñación.

Era Celia, con sus piernas de un metro, pidiendo que la esperara.

Me sacó de mi ensoñación.

La chica era joven, de veintipocos, y guapa, por lo que recuerdo. Rubia, vestida con vaqueros, todo muy sencillo. Mochila de propaganda. Algo rota.

Llevaba un angelito rubio, vestido de rosa, al que daba de comer un potito. Le hablaba en un idioma que yo no entendía, búlgaro, ruso, no sé. Sonreí al angelito y me devolvió la sonrisa. Me miró con esa curiosidad perfecta con que los enanos miran el universo. Como si todo estuviese recién pintado. Podría vivir en unos mofletes así. Estaban sentadas en un banco de la estación de autobuses. El domingo. En Segovia. A su lado, muy modernos, un grupo de tres o cuatro jipis, con toda herramienta a juego. Rastas, moscas, unos bongos. La pose habitual.

La madre del angelito rosa le limpió la escabechina que éste había contado con el potito en lo que debía ser su boca. Con un pañuelo de papel de marca Dia. Le dio un beso a la niña y dejó de mirarme. Tenía otras obligaciones que atender, y otro trozo de universo en forma de cajita de cartón que explorar. La madre tiró el papel de la escabechina. A una papelera que indicaba claramente que no era de papel. Se marchó con el angelito rosa a un autobús. No sé con qué rumbo.

Uno de los jipis, con ciertamente poca educación, hizo notar a sus compañeros (creo que al artista de los bongos) que qué vergüenza de inmigrantes. Que ni se molestan en reciclar. Que qué barbaridad. Y, para mi sorpresa, la frase. Es que vienen a robarnos el trabajo.

En realidad, pensé, cuando alguien tiene los redaños de abandonar su casa, a su familia, su patria y su lengua para venir a una isla como esta península, en la que, sin memoria, demonizamos todo lo que viene de fuera porque aún nos creemos el imperio, cuando alguien deja todo lo que tiene por la esperanza de un casi nada, y se atreve a convertirse en extranjero en tierra extraña... por mí, puede tirar el papel de sus escabechinas donde quiera. Sobre todo si tiene prisa. Sobre todo si tiene que viajar con un angelito rubio al que limpia con pañuelos del día. Y lleva rota la mochila porque no puede comprar otra. No porque así las vendan en el Verska.

Mientras pensaba esto, al rey de la percusión le sonó el móvil.

Un I-Phone.

Joder con el jipi. No, mama. Con acento en la primera a. Ya estamos en Segovia. ¿Estáis en el chalé?

Oí mi nombre y me di la vuelta. Me sacó de mi ensoñación.

Era Celia, con sus piernas de un metro, pidiendo que la esperara.

Me sacó de mi ensoñación.

Nos subimos al autobús, de vuelta a casa.

El cansancio de una dura semana de trabajo me adormeció un poco en el regreso. El lunes todo era urgente, y no había vuelto a pensar en los jipis. Hasta ahora.

Y no me gustaría volver a hacerlo.

Pero no me quiero olvidar del angelito.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado la historia, gracias.

Jokin dijo...

Malos tiempos para la lírica... Hasta la rebeldía la venden en cómodos packs de "Abrir y listo".

Gran relato, gran verdad. Quedémonos con los angelitos. Al menos ellos aún son inocentes.

Un saludo y hasta pronto ;)

Muu dijo...

No hay cosa peor que los pijos que para negar que lo son se disfrazan de jipis góticos o lo que sea que esté de moda.

Ya saben todos lo que opino de los jipis. Siempre fueron, son, y serán unos niños de papá.

nora dijo...

Y acaso no estamos cada uno de nosotros metidos en un saco, en una tribu, en una clase social?
no hagamos lo mismo que los necios, mejor intentemos ponernos en el lugar del otro...

Jokin dijo...

A raíz del comentario del Filósofo Vacuno, me ha venido a la cabeza un fragmento de "Persépolis"...

Elbereth dijo...

A mi me gustan los Jipis que lo llevan por dentro, los de verdad, y de esos hay muy pocos.
Me gusta mucho lo que has escrito, Senpai.

Que verguenza de gente.

Muás!

Jokin dijo...

Nora, todos estamos en algún estrato social, pero lo primero es ser honrado con uno mismo.

Que, como dice el refranero, no se puede estar en misa y repicando.

Un saludo.

Elena Martín dijo...

cuando alguien dice "vienen a robarnos el trabajo" sabemos que no hay manera de dialogar ni confrontar argumentos, luego decimos que hemos evolucionado...
yo me quedo con la imagen del enano viendo la realidad recién pintada, me encanta!
besos

Anónimo dijo...

Banca, banquero. Si hace falta mano de obra adelante, si falta y hay que competir mejor nosotros que ellos. Y entre nosotros, entre tu y yo, mejor yo que tu. Mientras puedes cambiar el mundo de golpe o a poquito, con hadas. En todo caso avisa cuando lo consigas. Pero co me da que tu tadas tus hadas no vais a poder, ya ves tu que estoy hoy pesimista, te digo que entre tu y ellos, mejor tu, y espero que cuando la vida te exiga, que perra es la tia, la elección, no recuerdes el hada.