...es el principio y el fin.

miércoles, diciembre 23, 2009

El despertar de los cobardes


La historia la escriben los valientes.

Dicen.

Pero no dicen que la escriben lo valientes de ambos bandos. El de los buenos. Y el de los villanos.

Siempre, en épocas oscuras, ante el enemigo imbatible, surgen los héroes. Hombres extraordinarios llevando acabo gestas que se recuerdan, incólumes ante el devenir de la historia, dejando una marca en el tejido del tiempo que reverbera para que la escuchemos.

Se alzan, iluminando el camino del hombre menor, que crece en su presencia y los acompaña en su persecución de metas más elevadas que ellos mismos.

La historia y las historias nos han dejado muchos. El Cid. La Pimpinela Escarlata. El capitán Akhab. Ghandi. Batman.

Pero también existen los villanos. Villanos que no temen a nada, que siguen su particular cruzada negra también por encima del mortal común, enemigos a los que temer y respetar, porque vencer sobre ellos nos convierte leyendas. Enemigos ante los que el hombre menor, al ser derrotado, sólo merece el respeto de sus iguales, pues se enfrentó cara a cara a lo imposible. Monstruos terribles que arrojan una elegante y peligrosa oscuridad ante la luz de los héroes, y cuyo valor los sitúa por encima de la chusma a la que comandan, y de la chusma que somos todos los que habitamos en el medio.

La historia (y las historias) también dejaron unos cuantos. Atila el Huno. El rey Jerjes. James Moriarty. Alexander Luthor.

Su dialéctica e imparable lucha unos contra otros, luz y oscuridad forjan la historia y sacan leyendas de la bruma para fijarlas en nuestro recuerdo como marcas indelebles que nadie podrá arrebatarnos.

Porque la historia la escriben los valientes.

Sin embargo, no nos olvidemos nunca de los cobardes.

Los que temen. Los que engañan. Los que se mienten a sí mismos.

Porque esos cobardes no matan. No roban. No violan. Porque tienen miedo, porque viven asustados de sus propios terrores, agazapados bajo una máscara de honestidad que no es más que el puro pánico a ser juzgados por sus semejantes.

Buenas personas que cada mañana dicen a sus hijos que no maten. Que no roben. Que no violen. Ignorantes de que su máscara se derrite en ausencia de otros, y matarán cuando nadie mire, robarán al saber que nunca se sabrá quién fue y violarán si saben que no se escucharán los gritos.

Porque los cobardes son peligrosos. Porque ni ellos mismos saben que su repugnante vileza saldrá a la luz en cuanto aceche la oscuridad. Porque se han creído la máscara con la que sonríen mientras no se atreven a hacer nada, cobardes, viles, sucios y mentirosos.

Dios nos libre del día en que decidan dejar de fingir, de mentir y de esconderse.

Dios nos libre del día que nadie mire, que nunca se sepa quién fue, el día en que no se escuchen los gritos.

Dios nos libre del día en que despierten los cobardes.

3 comentarios:

Dorian Villa S. dijo...

Hay variaciones a ese que ha sido el único libro de la historia. Esta es una:La historia nunca ha sido escrita por los valientes, porque éstos son los primeros muertos. Los cobardes sobrevivientes hacen la historia de uno de ellos a quien ha hecho poderoso su capacidad de intrigar, pagar seguridad y comprar adherencias. Es el ejército de cobardes al servicio del poderoso el que se encargará de silenciar los descontentos y apagar las rebeliones. Saludo navideño desde esta tierra de indios ladinos y chafarotes "justicieros".

sarita dijo...

mmm...este no me gusta tanto...qué ocurrió con el final del niño de obsidiana?que me dejaste con la intriga!!!

Muak Mar-cos!

Muu dijo...

Ya dice la Biblia que Dios nos libre de las aguas mansas que de las bravas ya lo hago yo...