...es el principio y el fin.

miércoles, agosto 08, 2012

Pañuelo de amargura

Volvía a casa, aunque no a la mía. Escuchaba a Gardel a través de los auriculares. Era el mediodía de uno de estos días de este agosto lento y peligroso. Había estado en un lugar en el que no me gusta estar, lleno de gente que está triste y nunca por su culpa, mirando al suelo, con miedo del presente y del futuro. Más o menos como todos, pero con más urgencia. Como Gardel.

Hacía mucho calor, y todo el mundo en la calle caminaba lento y desganado, con una sospechosa falta de prisa a la hora de comer. Yo cruzaba un túnel. Una de esas pequeñas arterias que tienen las ciudad, conectando dos universos que se rozan y sin embargo, al menos a la hora de soñar, viven separados. Y a lo lejos, sonó.

No me di cuenta al principio, Gardel seguía mintiéndome en la menor aquello de ´nada debo agradecerte/mano a mano hemos quedado´. Pero ahí estaba. Sin empujar y sin pedir permiso. Era otra voz, cantando, pero no a través de los auriculares. Recordé que ya lo conocía. Es un hombre argentino, que dejó la mediana edad hace poco, con una vieja guitarra de la que saca maravillas. Lo recordaba de ese mismo trayecto en dirección contraria, cuando iba a una piscina a encontrarme con amigos que ahora son hermanos, en aquellos primeros noventa en que los veranos duraban para siempre.

La canción que se infiltró ya la había escuchado antes, y era una de las favoritas de mi primera novia y su violín. Decía eso de que me envenan los besos que voy dando, y que sin embargo, cuando duermo sin ti, contigo sueño. Una de esas de Sabina que llevo clavadas, y que han significado todo (y nunca lo mismo) en ocasiones tan dispares que a veces pienso que es solo una bellísima mentira. Pañuelo de amargura.

Llegué al final del túnel, eché unas monedas y apagué a Gardel. Continué el resto del trayecto haciéndole los coros al agentino de la voz trémula, que me había regalado de pronto la memoria de los veranos que nunca se acabaron. Y así, por un pequeño rato, no cantó solo, aunque no lo supiera. Dos canallas en un túnel.

Mano a mano.

Sí.

Como Gardel.

2 comentarios:

Elena Martín dijo...

la canción, los veranos, las vidas que se cruzan una y mil veces...este texto está lleno de imágenes, palabras y olores para el recuerdo.
saludos Max

en los túneles a veces se encuentra la luz, si se mira hacia el frente, claro...

Cerca de las vias dijo...

me ha encantado marcos, grandisimo el final