
Esta tarde me sentaré en mi mesa a pintar miniaturas, que llevan años olvidadas en cajones, pondré música, alta y conocida, para poder ahogar el sonido de dentro, para preocuparme de pinceles y botes de pintura en vez de acordarme de que mis manos son demasiado torpes como para poder pintarte. Lo malo y lo peligroso es que en esa mesa vive y duerme y me hace soñar una foto tuya, un primer plano para un carnet que el destino, travieso a veces y otras sutil de maneras que no entiendo me hizo colocar allí por si mi memoria se duerme de tu recuerdo. Supongo que la foto, que se esconde en los pliegues de la mesa me emboscará cuando menos me lo espere para distraerme de los botes de pintura, y las figuras, y los pinceles y la música y los cajones. A veces pienso que sería mejor olvidarse de la foto, de la ciudad quemándome, del aire con tu nombre, de los náufragos y de las islas.
Y sólo pintar cosas que se que sí pueden pintarse.