...es el principio y el fin.

jueves, octubre 05, 2006

La Madrina de Hierro

Se llama Adela, pero toda la vida la he llamado Madrina. Y como yo, todos mis hermanos, aunque la única ahijada según una iglesia de Palma de Mallorca, sea mi hermana Laila. Pero a ella, que aunque es pecado siempre se toma un whiskito antes de la procesión de la soledad (ataviada de Manola, y como camarera Mayor desde hace casi cuarenta años), nunca le ha importado, y se ha dedicado, ignorando por completo que nuestra sangre y la suya no tienen nada que ver, a apadrinarnos a todos, a golpe de cariño, y desde una enternecedora extrema derecha, nostálgica, pero muy comprensiva.

La Madrina, a la que llaman Marichu todos sus amigos (menos un señor con barba, que la llamaba Maruchi, pero es que él era así) ha tenido un susto gordo. Uno gordísimo, pero en su habitual estilo de invulnerabilidad de señora de la postguerra, quiere quitarle hierro al asunto, y evita quejarse, y ya intenta ponernos a todos firmes y sonreír un poquito cuando mi hermano Gabi va al hospital a visitarla con una que dice que no es su novia, y La Madrina la piropea y le dice guapa, y ella sonríe y se despide con un beso de una señora encantadora, a la que (la pobre niña ignora lo que se ha perdido) es la primera vez que ve.

El susto este que ha tenido la Madrina de Hierro ha sido en su casa, un piso precioso lleno de huecos, de libros y de cosas en las paredes que a veces nos regala antes de que se las pidamos, supongo que nos lo huele en la mirada, una casa en la que el despacho de Rafa (el Madrino) sigue intacto como si fuese ayer el día que nos dió el último caramelo, haciendo un chiste a través de la traqueotomía que sólo mi padre entendía.

La pobre e indestructible Madrina resbaló, o se desmayó, dice que no se acuerda, el Lunes por la tarde, rompiéndose seis costillas, la clavícula, perforándose un pulmón y quedándose, solita e inerme, tendida en el suelo, recuperando a ratos la consciencia, sin poderse levantar, sin comer ni beber y con el pulmón aquel encharcándose, hasta el miércoles por la mañana, cuando su asistenta la encontró al ir a hacer la limpieza, como todos los miércoles.

La Madrina ayer parecía diminuta en su cama del clínico, con los ojos azules y pizpiretos muy poco azules y muy poco pizpiretos, llenos de miedo y rezumando el susto que había pasado, y, me temo, un susto mucho peor que le entra a la gente mayor cuando el mundo se le cae al suelo. La Madrina casi no podía ni hablar, estaba levemente desnutrida y muy deshidratada, y casi dos días sin beber vistos desde ochenta y dos años, son una absoluta eternidad en la que parece dolerte todo. Un tubo incrustado en su costado drena sin pararse la sangre del pulmón, y tiene sed cada minuto.

Hoy, jueves, ya hablaba, algo más alegre, con el miedo de los ojos rebajado por las cientos de visitas que, ríen las enfermeras, parece haber recibido, comía ella sola y sentada en una silla, y le dió tiempo a quejarse por tener que usar la mano izquierda (ella, y cito, la izquierda ni para merendar) y a darnos un par de órdenes, ponernos firmes, y decirnos que estudiásemos. El costado derecho sigue doliéndole horrores y apenas puede levantar la mano, y el drenaje, incómodo salvavidas de emergencia, prosigue su lento trabajo, doloroso e imprescindible, testigo mudo de la poca sangre que queda ya fuera de su sitio.

Me despedí de ella esta tarde prometiendo ir mañana al salir de clase, y se quejó diciendome que no me molestase y que fuese a trabajar, o que estudiase. Le dí un beso y me devolvió una mirada azul, y más pizpireta, desde luego, que la de ayer. Y sé, claro, que menos que la de mañana.

Se llama Adela, La Madrina.

Y siempre ha estado.

2 comentarios:

Diego dijo...

Bravo. Una foto preciosa y emocionante, de las mejores que has tomado.
Igual has querido rendirla un homenaje, pero ella(s) no lo necesitan...son así.
Mi avia* era igual, entereza y fortaleza, aun teniendo salud de papel.
Olé por ellas.
Y olé por ti.


*abuela en catalán.

Dama Blanca dijo...

Qué preciosidad :)
Espero que se mejore la madrina de tu hermana, mi desconocida preferida.